En la conferencia matutina del pasado 20 de enero, Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), informó que, en comparación con el 2020, el homicidio doloso tuvo una reducción del 3.6 por ciento. La funcionaria informó que los estados de Guanajuato, Baja California, Michoacán, Estado de México, Chihuahua y Jalisco concentran el 50 por ciento de los asesinatos registrados en el país.

Los asesinatos son un claro indicador de la violencia criminal que sufre cualquier territorio en el mundo. Así es que, independientemente de que nos falta mucho para lograr la tan anhelada paz, voy a decir que esta reducción es una buena noticia.

Ahora, veamos de dónde venimos para entender en dónde estamos. El gobierno de Felipe Calderón se caracterizó por el agudo incremento en el número de homicidios en el país. Del 2007 al 2012 se registraron 121,613 homicidios (INEGI).

Posteriormente, durante los tres primeros años del gobierno del expresidente Peña Nieto, la incidencia de homicidios dolosos se desplomó en porcentajes de dos dígitos año tras año. Sus detractores acusaron manipulación de datos y ocultamiento de cifras, pero es un hecho registrado en diferentes bases de datos (abiertas y cerradas) que la reducción de asesinatos disminuyó notoriamente en su primer trienio.

Peña Nieto presumió con orgullo en su momento: “Reducir la violencia, concretamente abatir el número de homicidios dolosos, ha sido una prioridad que se fijó desde el inicio de este gobierno”, destacando los avances palpables alcanzados y a la vista de todos. Sin embargo, todos conocemos el desenlace trágico de su segundo trienio, la escalada de violencia fue algo sin precedentes. Al final de sus seis años de gobierno superó el oscuro récord de su predecesor por casi 35,000 asesinatos.

Acerquémonos ahora el presente, durante el primer año de gobierno de López Obrador, la tendencia al alza de homicidios y violencia continuó su sangriento paso registrando el mayor número de asesinatos ocurridos en México en la historia reciente. Para su segundo año, el crecimiento cesó y cerró igual de cruento que el primero. Para su tercer año, se refleja - finalmente - una pequeña reducción.

Para su cuarto año, el cual lleva recorrido apenas dos meses, los datos son los siguientes: diciembre cerró con 2,274 asesinatos y enero proyecta, por primera vez desde hace años, una cantidad ligeramente inferior a los 2,000. Como parámetro, el mes más sangriento del presente sexenio registró 2,524 homicidios y el menos sangriento 2,194.

Con los datos provistos, no hace falta ser un matemático ni saber de estadística o prospección para darse cuenta de que la violencia criminal seguirá azotando nuestro país durante este gobierno y el que le seguirá. Pero esa nefasta pendiente de violencia ascendente, parece haber tocado un “techo” y ahora marca por primera vez desde 2015, un descenso.

Falta mucho camino por andar y tristemente, mucha sangre por derramar todavía para regresar a las bajas tasas de violencia que vivimos a finales del siglo pasado. Sin embargo, en materia de asesinatos siempre será un mejor camino el de reducciones, así sea solamente un 3.6%.

Como diría el milenario filósofo chino Lao-Tse: “Un viaje de mil millas comienza con un paso”, ojalá y así continue el segundo trienio de este gobierno.

POSTDATA – La comunicación de crisis (saber qué decir, cómo decirlo y cuándo decirlo en medio de una adversidad) es una disciplina clave para las empresas, al igual que para los gobiernos, inclusive existen empresas especializadas en esta disciplina que brindan asesoría especializada al respecto. Es por esto por lo que no deja de sorprenderme las fallas del equipo de comunicación de la presidencia el viernes pasado cuando el presidente fue intervenido mediante un cateterismo cardíaco y su vocero se da el lujo de informar tarde, mal y minimizando el incidente.

Consultor en seguridad y manejo de crisis 
Twitter: @CarlosSeoaneN 

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