México ya organizó en su totalidad dos copas del mundo en el siglo pasado, pero ahora será sede en un momento complicado: violencia persistente, crimen organizado con capacidad creciente, infraestructura saturada, alta conflictividad social y fuerzas locales que ya están al límite en temporada regular. El Mundial no solo crea riesgo: lo amplifica.

El sorteo marcó una cosa: qué tipo de amenazas tendremos que administrar. El perfil de una selección define su volumen de aficionados, su comportamiento, su nivel de rivalidad, su relación con barras y ultras e, incluso, sus tensiones geopolíticas.

Ya sabemos qué equipos jugarán en nuestras tres sedes los diez partidos que nos corresponden en la fase inicial y, con esa información, es posible hacer un primer diagnóstico.

No hablo solo de violencia. En eventos masivos —lo digo por cinco lustros de experiencia en el rubro— el riesgo no siempre llega en forma de agresiones físicas. A veces llega como saturación, movilidad, improvisación o fallas de comunicación. Y eso, en un Mundial, se multiplica.

México arrancará el torneo en el Estadio Azteca contra Sudáfrica. Un partido inaugural siempre será un imán de tensiones: cientos de millones de telespectadores, jefes de Estado presentes, llegada de miles de visitantes y un aparato logístico que opera al límite. Este partido no es una amenaza violenta; es una amenaza de magnitud, y por eso será uno de los días más exigentes para la Ciudad de México.

El Azteca tendrá además Colombia vs Uzbekistán, un duelo que parece sencillo, pero que moverá a una gran diáspora colombiana asentada en Estados Unidos. Y cerrará la fase de grupos con México enfrentando al europeo que salga del playoff (Dinamarca, Macedonia del Norte, Irlanda o la República Checa). Afortunadamente, ninguno trae barras peligrosas ni conflictos globales latentes. Así que el verdadero reto en la CDMX será la movilidad, la saturación y la visibilidad global: cualquier falla se verá en todo el mundo.

Guadalajara, por su parte, recibirá cuatro partidos que no representan riesgo violento, pero sí riesgo de saturación turística. Corea del Sur vs el europeo, México vs Corea, Colombia vs Jamaica o RD Congo según playoff y un España vs Uruguay que, sin lugar a duda, será uno de los partidos más atractivos de la fase de grupos. Aquí no se esperan peleas, pero sí multitudes. Y, en eventos masivos, la fiesta desbordada puede causar tanto daño como un grupo conflictivo.

Monterrey es un caso distinto. Es nuestra sede más cercana a Estados Unidos, y eso modifica la ecuación. Los partidos Túnez vs el europeo, Japón vs Túnez y Sudáfrica vs Corea del Sur no son —por mucho— juegos que saturen estadios, pero traerán afición desde Texas por carretera.

El riesgo no es violento; es logístico. Movimientos espontáneos, caravanas de aficionados, demanda súbita de servicios y una mezcla cultural que siempre exige cuidado en espacios reducidos.

Cuando la gente imagina “riesgo” en un Mundial, piensa en barras peleando entre sí. En realidad, las amenazas que más preocupan a un profesional de seguridad son otras: aglomeraciones mal manejadas, zonas saturadas, accesos bloqueados, confusión de multitudes, presión sobre la infraestructura y la capacidad de respuesta. Eso es lo que puede quebrar un evento masivo.

Por eso insisto: el riesgo se reparte por ciudades.

CDMX: protocolo, saturación y el peso del escaparate global.

Guadalajara: fiesta, turismo y manejo fino del flujo humano.

Monterrey: movilidad fronteriza y aficiones con desplazamientos flexibles.

Al final, la pregunta no es si México podrá organizar correctamente los partidos mundialistas que le correspondieron. No tengo la menor duda de que lo haremos muy bien. La pregunta es si, con la violencia, la saturación y las tensiones sociales que vivimos, podremos administrar la complejidad que aterrizará en nuestras calles.

El futbol dura noventa minutos; la gestión del riesgo empezó desde ya. Y de nuestra preparación dependerá que recordemos 2026 por lo que pasó en la cancha… y no por lo que ocurrió afuera.

POSTDATA — La FGR anunció que investigará como acto de terrorismo el ataque cometido el pasado sábado contra una base de la policía comunitaria en Coahuayana, Michoacán, donde estalló un vehículo con explosivos que dejó cinco personas muertas y cinco lesionadas. Un brutal recordatorio de que el entorno de seguridad no se detiene porque venga el Mundial.

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Comentarios