Por años hemos escuchado acerca de organizaciones ciudadanas conformadas por valientes mujeres que, frente al terrible escenario de la desaparición de su esposo, hijo o hermano, han convertido su vida en una cruzada para dar con el paradero del ser amado siendo este un objetivo prioritario en su diario acontecer. Si su familiar no está con vida, puede llegar a ser lo de menos, lo que quieren es poder cerrar ese oscuro capítulo y dejar de padecer un duelo fantasma sin cuerpo que velar o tumba a la cual poder ir a rezar.

El último episodio que desgarra el corazón es el de Aranza Ramos Gurrola, una joven sonorense de tan solo 27 años perteneciente al colectivo “Madres buscadoras de Sonora” que fue asesinada el jueves 15 en su hogar en el poblado de Ortiz, municipio de Guaymas, por el simple hecho de no cesar en la búsqueda de su esposo Brayan Omar que desapareció en diciembre del año pasado.

Este colectivo (al igual que otros tantos) conformado por cientos de mujeres, lleva a cabo una actividad emocionalmente desgarradora, buscar restos humanos enterrados clandestinamente en espacios abiertos. Esta es una actividad de carácter voluntario, sin remuneración económica alguna, ejercida en condiciones meteorológicas extremas al aire libre, sin equipo especializado y sin protección alguna del gobierno. Ellas llevan a cabo su búsqueda en territorios dominados por el narco ante la indiferencia de las distintas autoridades.

A poco más dos años de haber iniciado actividades, actualmente llevan localizados más de 400 cuerpos en fosas clandestinas. Estos hallazgos han sido por todo el territorio de Sonora con colaboración de otros colectivos de estados vecinos. Es una gran red de apoyo construida de forma improvisada a través de la cual publican en Facebook y Twitter las fotografías de las personas que han sido reportadas como desaparecidas, al igual que los hallazgos encontrados.

Su bandera en redes sociales: “Madres en busca de personas desaparecidas o restos humanos, para traer paz a otras familias que se encuentran enlazados por el mismo dolor, no se buscan culpables solo queremos lo que un día se nos arrebató”.

Este grupo de extraordinarias mujeres es un enorme ejemplo de amor, valentía, abnegación y sacrificio que hace que uno se ponga de pie para aplaudirles (o dedicarles una columna entera). Pero la moneda tiene dos caras, y por el otro lado, podemos ver la incapacidad, desinterés, corrupción, apatía y valemadrismo de las autoridades pasadas y presentes. Y este no es solo el caso de Sonora, también hay historias desgarradoras descritas por los colectivos Solecito de Veracruz y Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos de Coahuila entre otros tantos.

¿Cómo explicar que en México existen madres que buscan con sus propios recursos y sin ayuda del Estado a seres amados desaparecidos con todo el riesgo que ello implica? ¿Cómo explicarle a la bebé huérfana de Aranza cuando sea mayor que su mamá fue asesinada por unos cobardes malnacidos solo porque sí? La simple lectura de estas dos preguntas debería hacernos rechinar los dientes con las más profunda de las indignaciones.

El próximo gobierno de Sonora bajo el mandato del exsecretario federal de seguridad pública, el morenista Alfonso Durazo Montaño, está por iniciar funciones en unos pocos meses. Hechos como los descritos representan una oportunidad de oro para que el nuevo gobernador proteja y reivindique la sacrificada y peligrosa tarea de los colectivos, que por cierto, suplen una labor que le corresponde al gobierno local.

Por último, Aranza ya debe estar abrazando a su esposo en una mejor vida que la que les tocó en este México. Su último post en Facebook fue para él “te vamos a encontrar mi amor, espérame un poco más”.

P.D. Para donativos económicos o en especie y/o para brindar o recibir información de fosas clandestinas, los datos del colectivo Madres Buscadoras de Sonora son los siguientes:

Twitter: @buscadorasonora
Facebook: madresbuscadorasdesonora
Celular: 662-3415616
*Consultor en seguridad y manejo de crisis
Twitter: @CarlosSeoaneN

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