Durante 14 años trabajé para una de las empresas transnacionales de seguridad privada más grandes del mundo. Esta compañía, de origen sueco, contaba con un modelo de negocios llamado “The Tool Box” (la caja de herramientas) el cual se encontraba representado por una sencilla caja de madera con nueve pequeños juguetes en su interior. Cada uno era una “herramienta” que conformaba un exitoso modelo de negocios que tenía la intención de implementar una misma ideología de origen nórdico en los múltiples países en los cuales se tenía operaciones. De esta forma y sin importar la cultura, raza, religión, ideología política o costumbres del colega con quien hablaras o en que latitud se encontrara, el entendimiento del negocio iba a ser siempre el mismo mientras conocieran el modelo.

Una de las nueve herramientas se llamaba "paso a paso", y estaba representada por una pequeña escalera (o una serie de escalones) en la cual nos era explicado que entre más madura fuera una organización más arriba se ubicaría en la escalera y entre más joven, nueva o inmadura fuera, entonces estaría en la base de ésta. Al primer escalón se le denominaba "la gente correcta en el lugar correcto" lo que, sencillamente, significaba que no había manera que un negocio pudiera evolucionar, crecer, mejorar y vender más si no contaba con el equipo humano adecuado para ello. Por sencillo que esto suene, no es fácil entenderlo y menos adaptarlo, una sucursal o línea de negocios podía permanecer varios años en ese primer escalón tratando de hallar y de colocar a la gente adecuada en el lugar adecuado.

Hagamos una analogía de estos dos párrafos con el fútbol, deporte favorito de nuestro país: si tienes un portero alto y fornido que no detiene un solo tiro a gol, si tienes un delantero veloz y ágil que en los últimos 20 partidos no ha anotado un solo gol, si tienes un gran entrenador, excelente orador, motivador y amigo de todos pero que pierde más partidos de los que gana…podríamos decir entonces que no se tiene a la gente adecuada en el lugar adecuado. Pero que quede algo bien claro, estos deportistas han sido toda su vida deportistas, no entraron al equipo por simpáticos, galanes o por ser amigos de alguien.

En la iniciativa privada esto es fácil de entender, ya que la gente inadecuada en el lugar inadecuado se traduce en pérdidas para la organización y ya que los recursos son finitos, esta práctica normalmente suele durar poco, la paciencia se agota y el portero, delantero o entrenador es despedido. Otra opción es que el entrenador consiga nuevos (y correctos) jugadores. Mi cuestionamiento es ¿por qué en el gobierno federal no pasa lo mismo? Desde que el ya-no-tan-nuevo gobierno entró en funciones, no se ha logrado detener (ya no digamos reducir) la tendencia al alza cuando hablamos de violencia criminal en el territorio nacional. Un mes sí y el otro también, leemos que se rompen récords de ejecuciones (principal indicador de la violencia ejercida por los distintos grupos del crimen organizado), al igual que con otros tantos delitos que preocupan de sobremanera a la población, la cual votó mayoritariamente por una promesa de campaña de hacer cambios y lograr la paz, así fuera en el mediano o largo plazo.

Si el gobierno estuviera jugando (en materia de seguridad) un partido de fútbol, podríamos decir que el cronómetro marca el minuto 30 del primer tiempo y que va perdiendo por varios goles, pero no vemos que alguien siquiera se mueva en la banca para empezar a calentar, ni que el entrenador dé nuevas instrucciones a aquellos en la cancha.

Me queda claro que en la iniciativa privada (a la que siempre he pertenecido) cualquier director o gerente de seguridad corporativa ya hubiera sido despedido si no hubiese logrado disminuir mes tras mes las mermas, robos, accidentes, fraudes o lo que le correspondiera a su función. Para eso existen los indicadores claves de rendimiento. Por lo que vuelvo a mi cuestionamientoncentral: ¿por qué el responsable de la estrategia para el combate al crimen espera diferentes resultados haciendo lo mismo y permanece en su puesto después de una pobre gestión sin ser alguien con experiencia en el sector de la seguridad?

La tarea de seguridad pública en nuestro país es titánica, el deterioro de la misma lleva muchos años y nadie espera que en unos meses las cosas den un giro de 180 grados, pero si en el minuto 30 del primer tiempo vamos perdiendo 4-0 y ni siquiera logramos llegar a la portería rival, sí esperaría ver al entrenador hacer cambios importantes.

El tiempo es finito para un partido de fútbol, al igual que para cualquier gobierno. Solo que el gobierno no dispone de tiempos extras.

Especialista en seguridad
email: carloesseoane67@gmail.com

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