Así como sucede en muchas ciudades, las periferias de la Ciudad de México han padecido la falta de opciones de transporte público de buena calidad. Esa desigualdad urbana se ha convertido en un conocido patrón: las zonas céntricas cuentan con las mejores alternativas de transporte y movilidad, mientras que las periféricas tienen un rezago que disminuye la calidad de vida de sus habitantes y la posibilidad de tener mejores oportunidades de desarrollo, lo cual termina por convertirse en una injusticia.

Desde hace años, en varias colonias y barrios de demarcaciones de la Ciudad de México como Iztapalapa y Tláhuac, las personas que allí viven se las han arreglado por sí mismas para resolver la falta de un buen sistema de movilidad. En un inicio comenzaron por construir calandrias remolcadas con una bicicleta, a lo que se bautizó como bicitaxis. Las condiciones de inseguridad de muchos barrios y colonias aumentaron la demanda de este tipo de servicios. Con el paso de los años las bicicletas fueron sustituidas por motocicletas, para dar origen al mototaxi, el cual se masificó hasta llegar a decenas de miles de unidades y convertirse en una auténtica economía que constituye la fuente de ingresos de miles de familias.

A pesar de ser un servicio altamente recurrido, el gobierno nunca hizo mucho por regularizarlo y establecer estándares de calidad y funcionamiento. Eso no impidió que a lo largo de distintos gobiernos, los políticos en turno se frotaran las manos ante el botín electoral que les representan los miles de conductores de mototaxi para satisfacer sus propias ambiciones a cambio de promesas de regularización que nunca se cumplieron, contribuyendo así a generar una situación caótica en las calles.

Afortunadamente, una vez más la propia ciudadanía ha dado muestras de que es posible hacer grandes cambios y solucionar sus problemas cuando existe voluntad y una organización adecuada, para pasar de ser clientelas electorales a creadores de una nueva realidad, un cambio que sin lugar a dudas se ha ido materializando y contagiando poco a poco, y no gracias a los gobiernos sino a pesar de ellos.

Aquí un caso remarcable. En 2017 se creó el Frente de Organizaciones de Transporte Colectivo y Alternativo (FOTCA) que integra a varias organizaciones de mototaxis que se han ido constituyendo como cooperativas. Su labor comenzó por establecer estándares de calidad para mejorar los traslados de las personas que usan sus servicios y mejorar las condiciones de seguridad vial, así como la situación económica y laboral de quienes forman parte de las cooperativas.

Después de haber implementado medidas como exámenes antidoping para sus conductores, números económicos, cromáticas de identificación para sus unidades, seguros vehiculares, entre otras, decidieron que debían también comprometerse con el medio ambiente. De esta manera, quienes formamos parte de Greenpeace tuvimos el privilegio de comenzar a compartir nuestra visión ambiental sobre la emergencia climática y la urgente necesidad de mejorar la calidad del aire en la ciudad, lo cual contribuyó a iniciar un interesante proceso de transformación e innovación.

Se trabajó en diseñar un vehículo que recuperara la tradición de la bicicleta integrando los adelantos tecnológicos más recientes para dar como resultado un vehículo eléctrico eficiente, seguro y que puede fabricarse en México a un precio competitivo con el de las motos que actualmente se busca reemplazar. Afortunadamente, este nuevo vehículo ya ha pasado por diversas pruebas preoperativas y se espera que forme parte de aquellos que estén autorizados oficialmente por el gobierno de la Ciudad de México.

Más allá de este cambio que contribuirá fuertemente a mejorar los servicios y el entorno urbano de barrios y colonias, también estamos trabajando en conjunto para implementar una estación solar que permita ofrecer un servicio a base de energía renovable. El avance no será menor, pues de esta manera, este servicio que ya transporta a más de medio millón de personas al día, tiene la ambiciosa meta de desarrollar un esquema de transición a un funcionamiento integral de cero emisiones, con lo cual se convertirá en el pionero de su tipo en el país. Ojalá los gobiernos locales y federal tuvieran ese nivel de ambición al elaborar sus políticas a gran escala.

*Coordinador de Ciudades Sustentables en Greenpeace México

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