Todo parece indicar que el proceso inflacionario que ha experimentado la economía mexicana está bajo control, o por lo menos es un hecho que el nivel de aumento de los precios se encuentra en el rango apropiado de aceptación por el Banco de México. En consecuencia, el recorte de 25 puntos base a la tasa de referencia en agosto pasado ha llevado a que se generen expectativas de que se inicia un ciclo de relajamiento monetario, como parece está ocurriendo en muchos países que han estado bajando sus tasas de referencia en meses recientes. Sin embargo, comunicados emitidos por Banxico han sido explícitos en excluir la posibilidad de una ruta de relajación monetaria agresiva a fin de favorecer la lucha contra el debilitamiento continuó de la economía en un escenario de desaceleración generalizada global y de altos riesgos geopolíticos. Más aún el gobernador Díaz de León rechazo que se trate del inicio de un relajamiento monetario y ha insistido en no pronosticar acciones futuras ya que la postura del Comité es evaluar todos los factores en los entornos externo e interno y su posible incidencia en los precios locales. Igualmente ha sido enfático en apuntar que la evaluación que hacen de las condiciones monetarias entre Estados Unidos y México es sólo uno de los múltiples factores que toman en cuenta para modificar la tasa de fondeo. Esta es la afirmación que aquí se pone en duda.

Menos controversial es si la perdida de vigor de la economía mexicana responde al ciclo alcista de la tasa de interés de referencia cuyo aumento fue inducido por una política monetaria acomodaticia, luego por una neutral y más reciente por una tasa restrictiva que ha comenzado su curso de bajada. También se argumenta que no hay crecimiento porque no se invierte y no se invierte porque hay desconfianza y esta no se elimina porque se reduzca la tasa de referencia. Parto de que las decisiones de inversión corresponden al estado de los “espíritus animales” de los inversionistas, por lo tanto mientras prevalezca la desconfianza estos espíritus se mantendrán hibernando. Lo que implica que los inversionistas están más preocupados por los problemas internos de México que por consideraciones de orden global como lo confirma la encuesta del Latin America Fund Manager Survey de agosto pasado en

que el 61% de los entrevistados escogió como su principal preocupación las erróneas decisiones gubernamentales.

Parece, sin embargo, que estas preocupaciones no son las que mueven al Banxico si se considera que el peso ha tenido el mejor desempeño entre las divisas de mercados emergentes desde hace algunos años debido a que el gobierno mexicano paga uno de los rendimientos más elevados del mundo a pesar del bajo crecimiento económico lo cual ha llevado a que la tenencia de activos gubernamentales en poder de residentes en el extranjero represente cerca del 30% de la deuda gubernamental emitida en pesos con un valor ligeramente superior a 2 billones de pesos.

Este hecho apunta al grado en que la globalización financiera se ha expandido encadenando los mercados nacionales en un sistema continua y profundamente más interconectado lo cual determina que en una economía altamente abierta como la mexicana los mercados financieros tengan mayor influencia sobre el comportamiento macroeconómico que el que tiene la política monetaria por la propensión en los ciclos financieros a amplificar los picos y los pisos del ciclo como lo plantea la hipótesis de “excesiva elasticidad financiera”.

Este comportamiento levanta serias implicaciones sobre los encadenamientos entre las políticas monetarias nacionales y la política de estabilidad financiera en el ciclo financiero global. Esto es en el comportamiento de las políticas macroeconómicas cuando la economía global está operando bajo el impacto particular del banco central de EU que con su política monetaria establece las condiciones para el resto de los países sin consideración del tipo de régimen cambiario en operación, lo que convierte a este banco en un “hacedor de mercados”. México es el ejemplo perfecto de como la política monetaria de Estados Unidos ejerce este función de generar aversión al riesgo y derrames financieros lo que hace que el tipo de cambio flotante no pueda aislar a la economía local del ciclo global lo que elimina la autonomía de la política monetaria del banco central. Razón por la cual el Banxico ha optado por mantener el diferencial entre las tasas de interés local y la de fondos federales de Estados Unidos para evitar una salida tumultuosa y desordenada de capitales. Ello implica que nuevamente el Banxico emulara a la FED, como lo hizo en agosto pasado, en la decisión que tome la próxima semana.

Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco
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