La coherencia de una sola voz entre la vorágine puede iluminar caminos, generar cambios, propiciar revoluciones y darle rostro a un líder. A lo largo de los siglos, los grandes líderes cuya valía ha dejado huella en la historia universal son aquellos que saben ordenar el caos. Observan las conductas de sus semejantes, estudian las problemáticas generacionales y destacan por el arrojo de su temperamento que los ayuda a crecer, para después manifestar su voz por encima del resto.

Son los éxitos personales, por supuesto, los que marcan la pauta de los líderes; ya sea en el mundo deportivo e intelectual, académico, meritocrático o político. Es la pasión, vale la pena mencionarlo, el fuego que mueve el corazón y la mente de un líder que pronto conquista las esferas donde sólo puede hablarse entre pares, esos con quienes la mirada es también palabra y acuerdo.

El líder es aquel que mantiene vivo el ánimo y la posibilidad de influir e incluir; que motiva a sus seguidores a lograr los objetivos vitales por encima de las tareas importantes. Encrucijada ideal para definir las batallas que deben elegirse para ganar las guerras cotidianas.

¿Cómo puede un líder construir e incentivar con la palabra para generar un cambio o una revolución verdadera? La respuesta es una y humilde: un líder inspira. Las mujeres y hombres que hoy mueven al mundo, que se cuentan con los dedos de las manos, que lideran la opinión, el campo de la tecnología, de la economía y de la carrera espacial son figuras que tuvieron el coraje de eliminar las barreras naturales de la mediocridad.

Un líder es también aquel que no teme a ser escuchado ni a denunciar aquello que atente contra el bienestar de su pueblo o proyecto personal. No tendrá temor ni miedo a las represalias jamás por evidenciar la injusticia en contra de los débiles; pues son la valentía y la ética los motores conceptuales que mueven a un líder justo por encima de los oportunistas.

Meditar acerca de nuestro liderazgo es una tarea compleja y laboriosa que nos confronta con la moral de nuestro proceder. Cuando nos asumimos como líderes nos debemos entregar en cuerpo y alma a una ética inquebrantable, que nos permita sortear retos, lograr metas específicas y sobre todo ser responsables, además de coherentes, con nuestro proceder frente a los demás y con nosotros mismos. “Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos”, comentaba acerca de los líderes el pensador español José Ortega y Gasset, no lo olvidemos.

Así pues, es el valor y mi obligación por la justicia hacia los demás, hacia mis hermanos, compañeros y amigos, porque lo que hoy levanto la voz y fundamento cada palabra que surge de mi boca sobre los pilares que la dignidad me ha dado a lo largo de los años de trabajo y esfuerzo.

No me sé callar porque soy un hombre que no se rinde, que en la soledad sabe que no dominará los océanos y aún así navega a contracorriente porque no conoce ni la pasividad ni el silencio. La vida es una revolución en marcha y huir del frente de batalla no está en mi naturaleza.

Un sabático para retomar la escritura

A propósito de liderazgos, en días pasados solicité y se me concedió generosamente un periodo sabático para trabajar en la consolidación de algunos objetivos propios, que me permitirán establecer nuevos puntos de reflexión en aras de gestar diversos proyectos a mediano plazo.

Tomaré una pausa laboral, pues, de las tareas que he llevado a cabo con empeño y entrega durante las últimas dos décadas para Grupo Vidanta, familia de la cual soy parte y me siento profundamente orgulloso; casa de la que no me despido pues pronto retomaremos juntos el camino trazado con el esfuerzo y dedicación que siempre nos ha definido.

Durante los próximos meses me dedicaré a la escritura del proyecto intelectual y sensible que me ocupa. En estos últimos años he tenido la fortuna de conocer a mujeres y hombres, extraordinarios líderes, que son estampas de mi proyecto de vida que lleva por título Los Dones. El tercer tomo ya es una realidad y me llena de entusiasmo hacer de la pluma una herramienta que rinde homenaje a las doñas y dones que le dan identidad a nuestra bendita patria.

Hasta siempre, buen fin.

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