“Me perderé en un bosque que cruzo con mis manos, y pediré una larga estepa donde los labios hablen. Me ves sorprendido, anonadado, pensando en habitarte”.
LUIS ANTONIO DE VILLENA

 


La «Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jaén, Guarda y Defendimiento de los Reinos de Castilla», se encuentra situada en la frontera de las provincias de Andalucía y Castilla-La Mancha, geográfica y oficialmente del lado de la primera. Aclaro, queridos lectores, no soy un gran conocedor de las provincias españolas, de esas tierras que les han dado nombre a ciertas regiones de nuestra patria; sin embargo, las he ido descubriendo poquito a poco, como diría la gran cantante, y musa de Pedro Almodóvar, Rosario, con su rasposa, sensual y por demás maravillosa voz. Inicialmente, Jaén, se había convertido en el cenit de mi travesía de celebración por el arribo al sexto piso (por cierto, para las queridas amigas y los apreciados amigos que preguntaron sobre la metáfora lanzada en mi columna, ya repararon el elevador de mi casa, su casa); no obstante, cuando apareció en mi vida GEMY, para modificar por completo mi existencia, tanto Jaén como José Tomás fueron las primeras cosas que olvidé, como lo detallo:

En un principio, cuando se fue armando el calendario alrededor de mi cumpleaños el 27 de abril, de este inolvidable e incomparable 2022, no se había anunciado el festejo de regreso a los ruedos del Príncipe de Galapagar, José Tomás, el mejor torero, para quien esto escribe, de esta generación. Cuando se dio la noticia mi trayecto estaba completamente listo para la ida y vuelta, a todos y cada uno de los países y ciudades que visitaría prácticamente durante seis semanas, por lo que tuve que modificar el viaje. Y, gracias a la siempre eficiente Marisela (jefa de mi oficina), que se dio a la complicada tarea de cambiar el regreso, todo coincidió: la fecha de mi regreso a México sería justo en la fecha que se cumplían los 60 días del periplo por el mundo. 60 días, los refrendo, de un viaje maravilloso y fantástico, lleno de amor.

La meta inicial y propuesta, mi sueño, en todo caso, consistía en conocer un par de países nuevos, además de Francia y España (países donde he sido feliz los últimos cuatro lustros), por lo que inmediatamente me di a la tarea de incluir a Turquía, destino del cual les contaré más adelante su misticismo y origen. Además, deseaba visitar Portugal, tema del que ya escribí en otra columna. Dicho sea de paso, Turquía y Portugal es la tierra de los dos grandes premios Nobel de Literatura que admiro: Orhan Pamuk y José Saramago.

La cita con Jaén y José Tomás fue el 12 de junio. No tenía, por supuesto, muy claro con quién iba a asistir a la corrida, realmente voy muy seguido solo a las corridas y las disfruto por igual. Nunca falta, por un lado, un irredento aficionado como yo con quien compartir, debatir y brindar, los taurinos somos una gran familia “enfiestada”. Hace años, esto me lo señaló un oficial de la Guardia Civil Española cuando me lo topé, de frente, saliendo de la plaza de toros con “caña” en mano y le pregunté si podía seguir bebiendo. A lo que contestó con el más puro acento local de los andaluces: “hombre, sólo si anda usted enfiestao”.

La banda, diría mi compadre y hermano Gerardo, que se armó ese día para viajar a Jaén fue francamente increíble en el más puro sentido de la casualidad. Aquello fue fascinante sobre todo por la combinación de nacionalidades, estilos y personalidades. Jaén está prácticamente a cuatro horas de Madrid. Por supuesto que hay muchas formas de llegar, desde el sistema ferroviario, pasando por el autobús o un mecanismo de conexión muy eficiente donde se entra a una aplicación y por una cantidad menor recibe uno, un literal “aventón¨, muy a la mexicana o un “raite” como decimos en mi amada Tijuana. Todo resultaba totalmente tortuoso, para el trayecto, en esa tarde por el desbordamiento que genera El Príncipe de Galapagar, en sus esporádicas presentaciones donde todo se satura durante días: hoteles, restaurantes y transportes.

Por otra parte, quienes éramos parte de la banda, teníamos que ir y regresar el mismo día de Madrid a Jaén y viceversa. Por lo que una vez más, agradecido con Churu, la muy profesional amiga de mi GEMY, conseguimos un gran conductor en un coqueto vehículo local y aquí vamos: John, Sue (de quienes luego hablaré), María Elena y el escribiente camino a encontrarnos con Polly, la increíble fotógrafa personal de José Tomás y Morante, que ansiosa nos esperaba ya en Jaén.

Continuará…

Y cabe mencionar que ese día, dicho sea de paso, lo titulares de los periódicos como El País soltaron una nota con este nombre: “Volvió José Tomás, faltaron los toros; El de Galapagar corta dos orejas en su reaparición en Jaén, pero no cumple con las expectativas generadas”.

Hasta siempre, buen fin.


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