Hace un par de años a la fecha, recibí la maravillosa encomienda de contactar y organizar un encuentro con Doña Martha Elena Federica Bárcena Coqui (Veracruz, marzo 2 de 1957), titular de la embajada permanente de México ante la Organización de las Naciones Unidas de la Alimentación y la Agricultura, de 2017 a 2018. Recién finalizadas las elecciones federales en México, tuve la fortuna y el privilegio pues de conocer a la admirada familia Gutiérrez Bárcena y en especial a la señora Embajadora. Así, esa inesperada pero ahora bienvenida instrucción laboral me llevó a encontrarme con ella en la capital romana en vísperas de su designación como Embajadora de México en Estados Unidos, por el señor presidente Andrés Manuel López Obrador.

Debo aclarar, si me permiten la precisión, que la solicitud que atendí en ese momento tenía como fin último contactar a su también brillante marido Don Agustín Gutiérrez Canet, Embajador en retiro no obstante hoy intelectual férreo en su profesión de acucioso periodista, con el objetivo de extenderle una invitación para entablar un encuentro y charla con nuestro CEO. Ambos se conocieron en una noche singular, por lo inolvidable y simbólica, el primero de julio de 2018, fecha fácil de identificar apreciados lectores por el resultado presidencial de la velada. Tanto el Embajador como nuestro CEO fueron convidados de la mística celebratoria que propuso el máximo anfitrión posible de ese encuentro, espacio donde inició un diálogo entre los personajes mencionados que debería seguir su curso semanas más tarde.

La noche del encuentro, al arribar a la residencia oficial italiana, y atendiendo el protocolo que establecía nuestra reunión minuto a minuto, finalmente nos reunimos con la más cálida anfitriona en compañía de su espléndida familia que nos recibió de forma encantadora y debo decir inolvidable por la cordialidad de la noche. La cena del encuentro se celebró a unos pasos de la residencia oficial y estuvo enmarcada por decenas de anécdotas sublimes que daban contexto y profundidad al intercambio de ideas. Esas que no sólo nutren la conversación sino que enriquecen y vuelven plural el encuentro donde se estrechan, sin lugar a dudas, siempre los lazos de amistad entre los comensales. Esa reunión también puso sobre la mesa la posibilidad de que la familia Gutiérrez Bárcena visitara la principal capital de la migración universal: nuestra amada Tijuana, que fue el centro de atención. Doña Martha mantuvo una apasionada, enriquecedora y sobre todo aleccionadora conversación con quien escribe estas palabras, que fue la traza de su posible visita a nuestras tierras bajacalifornianas semanas antes de que asumiera su nueva encomienda diplomática en 2018; que dicho sea de paso aceptó de manera inesperada gracias a su generosidad y a su interés por conocer más de la frontera norte de México.

Así pues, a 60 días de asumir su cargo oficial, la señora Embajadora se hizo presente en nuestro estado, en Tijuana específicamente. Visitó las organizaciones de los Hermanos Salesianos y Scalabrinianos, a las Hermanas del Instituto Madre Assunta, al Ejército de Salvación y a todos los migrantes posibles de la zona. Dialogó de forma tan cálida como formal con todo aquel que se le acercara, de manera tan atenta como entregada. Nos sorprendió, debo decirlo, presenciar el desempeño de una mexicana ejemplar además de entregada, previo inclusive, a rendir protesta por su cargo ante la mayor de las tribunas del país como lo es el Congreso de la Unión a través del Senado de la República.

Doña Martha Bárcena Coqui nos ha honrado hasta hoy con su desempeño magistral como la máxima representante de los mexicanos ante los Estados Unidos de Norte América. Muestra de su labor al frente de la Embajada la presenciamos hace algunos meses cuando se dio la histórica reunión entre los presidentes Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador, que destacó como estadista de profundo carácter estratégico, y se sirvió de la compañía de una de las mujeres más representativas del Servicio Exterior Mexicano.

La señora Embajadora es una mujer de profundas raíces, un ejemplo a seguir, de una valentía y honor excepcional que predica con el ejemplo su amor por México para las nuevas generaciones que deberán aprender de sus enseñanzas. Ella sigue el ejemplo de fortaleza de Eleanor Roosevelt que declaró “el curso de la historia está dirigido por las decisiones que tomamos y nuestras decisiones surgen de ideas, de creencias, de valores, de los sueños de las personas”; y Doña Martha es una mujer que sueña, por supuesto, con un México siempre mejor. Hasta siempre, buen fin.

Vicepresidente Relaciones Institucionales Grupo Vidanta

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