“Los principios no son suficientes. Son sólo vestidos, trapos que vuelan a la primera sacudida”, escribió Joseph Conrad a razón de la crítica que hace la sociedad de su tiempo. Y tiene razón, los principio son lazos que debemos fortalecer día con día que jamás deben sacudirse; así lo creo y así asumo la escritura que es para mí una labor ética desde el estadio de mis intereses literarios y biográficos. El Centro Estatal de las Artes de Baja California en Tijuana, es un espacio mágico, ubicado en el desarrollo de la tercera etapa de la Zona Río de mi bendita ciudad. En estas inmediaciones también se está construyendo el Centro Comercial más fantástico del noroeste de México, gracias a la visión de la querida familia Padilla Lacarra (forjadores de mi tierra), de quienes ya platicaremos.

Estimados amigos, en la refrescante tarde del pasado jueves dos de diciembre, en el CEART, en punto de las 18:00 horas, se detonó la monumental alegría del ambiente norteño, cuando nos reunimos para festejar y celebrar un día muy particular, la presentación de mi último libro frente a mis queridos paisanos y, en medio, de las cinco docenas de parientes que componen mi familia más íntima. Sin embargo, jamás imaginé que sobrepasaríamos el centenar de invitados. El encuentro resultó increíblemente emotivo y aleccionador.

Estas palabras que aquí apunto son las que alcancé a escribir desde mi corazón; declaraciones de agradecimiento para todos los asistentes, que describen los sentimientos que me embargaron y ahora deseo fervientemente compartir con ustedes. Espero las disfruten tanto como yo y se conmuevan como lo hice hasta las lágrimas, desbordado por tanta felicidad:

Queridas amigas, apreciados amigos, familia, todos y todas, los saludo desde la profundidad de mi corazón.

Indescriptible resulta para su conmovido servidor, el monumental agradecimiento que albergo en esta inolvidable velada, por la espléndida generosidad de la presencia de ustedes, en uno de los días más importantes de mi vida plena. Les agradezco por tanto amor, por tanto cariño, por tanta buenaventura; pero sobre todo por tener el calor, el afecto y su apoyo esta noche aquí en el Centro Estatal de las Artes en Tijuana.

Comienzo hablando de mis Padres, protagonistas del capítulo que cierra nuestra entrega literaria y que me permití compartir con ustedes al inicio de mi intervención. Sin ellos yo simplemente no existiría, como ya lo señalé, siendo progenitores de 25 almas, resultado de su infinito amor y guía con su ejemplo inmaculado de una vida llena de esperanza, entrega, devoción, estudio, trabajo, y principalmente, de valores y principios, inculcados desde la cuna.

Continuo en el orden de ideas y remembranzas hablando de la madre de mis hijos, protagonista que concluye la sección de “Doñas” de mi libro. Gran mujer quien a lo largo de mi vida me ha regalado, generosa como es, las más grandes alegrías de mi existencia, porque gracias a su maravilloso vientre fecundo, desde nuestra inocente juventud se engendraron los entrañables retoños que hoy son lo más sagrado e importante de cada día, nuestros amados tres hijos y con ellos nuestros adorados cuatro nietos.

Hago un sentido homenaje a mis tías, las dos, las de cada lado de mis apellidos que fueron y seguirán siendo, aún desde el cielo, las hermanas mayores de mi vida y

las segundas madres que nunca necesité, pero que siempre agradecí y amaré. A las bisabuelas, madres de mis abuelas, que con sus ejemplos las cuatro me enseñaron el respeto, la atención, el cariño, el amor filial por mis semejantes y particularmente por las mujeres, por las damas, por las señoras, por las “Doñas”. La sangre que corre por mis venas está sembrada por todas ellas, grandes mujeres, y muchas más que me educaron y lo siguen haciendo a lo largo de mi quehacer cotidiano, personal y profesional.

Las Doñas, algunos Dones y otros amores

que dan vida y sentido a nuestra tercera entrega, está dividido en “15 Doñas”, “10 Dones” y “10 otros amores”, inicio por la descripción de los últimos:

Don Jorge Zepeda Patterson, genial y magistral escritor, maestro de periodismo, escritor del prólogo, nos describe la parte de “otros amores” como mi MATRIA. Palabra inexistente pero que él, en su maestría de tantas décadas de publicar, se da la licencia de acuñar para equiparar a la PATRIA. Con ello nos da una gran lección de géneros. Define como mi MATRIA a los temas que me apasionan y me consumen según sus palabras como: Tijuana, la Migración, el Turismo, la Política, el Poder, la Literatura, el Club Campestre y, por supuesto, México. Cuánta razón tiene el gran Maestro Zepeda Patterson.

Por otra parte, en cuanto a este esplendoroso, sublime e incomparable presídium inicio hablando de nuestra Señora Gobernadora, que no sabe fallar. Su encanto y gracia me conquistó cuando estreché su mano por primera vez, cayendo rendido ante su simpatía natural, como ya lo publiqué recientemente. Sin embargo la ruta de su conquista hasta la máxima silla estatal está llena de clase, educación, valor y elegancia donde ya hizo escuela.

He tenido la oportunidad de trabajar a su lado, guiado por su mano y liderazgo, y estoy plenamente convencido que tendremos seis años excepcionalmente productivos y exitosos bajo su mandato. Por esto le agradezco infinitamente su presencia en estado de gracia junto con su bebe y, sobre todo, por los sentimientos expresados en su cariñoso mensaje. Gracias, sentidas. Gracias, Señora Gobernadora, Marina del Pilar Ávila Olmeda.

Marthali, como podrán apreciar en el libro, es un verdadero ángel en la tierra, como muchos que embellecen mi vida, compañeros de generación desde la infancia y hasta la conclusión profesional. Ella, con su legado de humanismo, ha sembrado en nuestras trayectorias ejemplares muestras de lucha por la espiritualidad y la superación. Por ello jamás podré agradecerle lo suficiente estar aquí con la bendición de nuestro máximo creador.

A mí amadísima hermana de carne, hueso y sangre Consuelo Celeste, le agradeceré eternamente sus enseñanzas desde la infancia. Fue la primera niña con la que jugué, iluminando el espacio con su presencia. Cuando llegó a nuestras vidas el cielo se abrió y cambió a los Mora Álvarez para siempre, gracias gordita por estar en este día y particularmente en este mundo.

Karla Patricia Ruiz Macfarland, primera presidenta Municipal de Tijuana en nuestra historia; así será recordada, pero independientemente de ser la primera, tiene un lugar ganado ya entre los mejores y miren que afortunadamente han sido varios, pero creo y me consta porque tuve el privilegio de acompañarla, ninguno será tan valiente. Pocos hombres lo son más que las mujeres, como ella que enfrentó exitosamente y resguardando su inmaculado prestigio a una serie de varones que no merecerían el título, pero que ella educó con su trato como el que jamás podré agradecerle lo suficiente, por sus palabras generosas. Te abrazo querida Karla.

Desde mis primeras lecturas nacionales nació una admiración permanente por el mejor y más grande diario de México, El Universal . Nunca imaginé tener la fortuna de conocer, tratar y ser receptor de la amistad de su Director General y Vice Presidente del Consejo de Administración Don Juan Francisco Ealy Lanz Duret. La solidez y la base de nuestra entrañable amistad, tiene su origen en una hermandad que nace en el compartimiento de los mismos valores y principios. En estos años mí admiración por él, por su trabajo, por su padre, me han hecho sentir no sólo en mi casa, sino como parte de una familia que comparte su amor por nuestra gran nación. Gracias Juan Francisco, hermano querido por el alto honor de tu presencia, por este viaje especial a mi tierra y por tu mensaje de clausura que mucho me honran, te abrazo fraternalmente.

Para Doña Norma nuestra Alcaldesa de Mexicali, por cierto magnífica organizadora de la presentación de “Los Dones” el año pasado, le agradezco su elegancia para lograr con su presencia volver estos actos incandescentes. A nuestra Secretaria de Cultura, querida Alma Delia, ejemplar anfitriona, mi agradecimiento eterno por tantas y tan finas atenciones.

Para concluir deseo agradecer a un universo muy particular, sin ellas y ellos, hoy no estaría cerca de ser el hombre más feliz sobre la tierra y les ruego su paciencia porque no podemos irnos sin rendirles un sentido homenaje.

Al Ingeniero Daniel Chávez Moran, Fundador de Grupo VIDANTA, mi máximo mentor y un ejemplo de vida a seguir, por su generosidad y apoyo incondicional. A Daniel Martínez Velasco, el mejor editor del mundo. A Hugo Alfredo Hinojosa por su poesía presente en todos mis textos.

A Karina, mi hermana menor, por su apoyo absoluto en todos mis planes y proyectos. A mi grandiosa Madre, mi máxima columna junto con mi Padre, que dio vida a la sección fotográfica.

Al grupo ÉLITE 27, ellos y ellas saben quiénes somos y para qué servimos. A la familia como ente, no como forma de dónde venimos y debemos pertenecer.

Y finalmente a Carolina García Rodríguez, mi mujer, que con su paciencia infinita, nutre mi inspiración literaria con su inagotable amor.

Para concluir, me despido desbordante de agradecimiento por la significativa presencia de cada uno y una de ustedes, que mucho me honra y me motiva hasta las lágrimas. Sencillamente millones de gracias, familia, todos en mi corazón. Y retomando a George Santayana: “la familia es una de las obras maestras de la naturaleza” y elaboro: no sólo de la naturaleza sino también de nuestro espíritu.

Hasta siempre, buen fin.

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