“No, nena, tu te equivocas,
yo no te conocí en la playa, ya, ya
no nos fuimos juntos a comer paella
y nunca pasaste una noche en mi hotel,
no soy el primo del Sha de Persia,
no, tengo un porche en la puerta
no te has bañado conmigo
en la piscina de mi challet.
Yo no me llamo Javier”

Esta es la letra de una canción de 1987 de un grupo de música funk, Los Toreros Muertos, y se aplica muy bien a quienes tienen la costumbre de negar sus actos y no cumplir sus promesas. Este éxito discográfico de mi juventud me vino a la mente cuando el presidente López Obrador comprometió su nombre en la mañanera que se llevó a cabo en Zacatecas y afirmó “si no resuelvo el desabasto de medicamentos, me dejó de llamar Andrés Manuel” (El Universal 25-11-21).

La canción asaltó mi memoria por el contexto en que se pronunció y se convirtió en un estribillo cuando escuché el informe del 01 de diciembre en el tercer año de ascensión al poder y lo contrasté con el discurso del primer día de su gobierno. El contraste entre promesas, hechos y narrativa presidencial intensificaron el estribillo en mi cabeza. Yo no me llamo Andrés Manuel. Revisemos sólo el sector salud.

¿Cuánto tiempo va a transcurrir para que la promesa -por cierto, incumplible financiera y administrativamente- de que todos los medicamentos sean gratuitos sea desmentida o matizada por el presidente? ¿Cuánto para que reconozca que en las condiciones actuales del país es imposible contar con un servicio de salud universalizado similar a los nórdicos? Yo no me llamo Andrés Manuel.

Por invitación del INSABI y la UNOPS asistí virtualmente a la conferencia de prensa sobre la compra consolidada de medicamentos llevada a cabo el 29 de noviembre de 2021 que intentó ser un ejercicio de transparencia y rendición de cuentas, pero dejó más preguntas que respuestas en el tema de abasto oportuno y real de medicamentos, ya que se limitó a informar sobre los procesos de compra consolidada que lleva a cabo la agencia de la ONU y la entrega en almacenes centrales o regionales y no en las unidades médicas o en los lugares más apartados de la República. Yo no me llamo Andrés Manuel.

En la conferencia, no se dijo nada de las compras que las instituciones de salud y seguridad social han llevado a cabo fuera del proceso de consolidación, en carácter de urgente y por adjudicación directa, en las claves que se han declarado desiertas. Además, se soslayó presentar los porcentajes sobre lo necesitado y lo adquirido, es decir, cuánto se requiere para abatir el desabasto y cuánto de ese universo se ha entregado. Yo no me llamo Andrés Manuel.

La UNOPS se lavó las manos ante cualquier problema de desabasto. La organización internacional cumplió con sus procedimientos y supervisó la entrega en almacenes, no en hospitales, ni clínicas y pasó el paquete al gobierno federal, al INSABI, que no tiene estructura para llevar a cabo la distribución a los últimos rincones del país. Se tuvo que recurrir, nuevamente, al Ejército para que le sacara las castañas del fuego al presidente. Yo no me llamo Andrés Manuel.

La última milla, la entrega-recepción de los insumos médicos en el lugar en que se necesita, requiere una logística de distribución compleja y exige una gran coordinación entre autoridades centrales, proveedores y unidades de atención, para evitar el sobre abasto -malo- y el desabasto -peor-. Las medicinas no son pastelitos o papas fritas empaquetadas, ni refrescos y el control debe ser estricto por las fechas de caducidad, las condiciones especiales de traslado y la oportunidad en la entrega. Yo no me llamo Andrés Manuel.

Las medicinas que compró la UNOPS, que no son todas las que se necesita, están en los almacenes, según informó, y las claves de medicamentos que no adquirió ¿quién y cómo se surtieron o surtirán? De eso no se dijo nada en la conferencia. Tampoco se comentó ¿Cuánto cuesta la distribución del almacén a las unidades médicas? Esto es importante conocer porque puede ser igual o superior a los ahorros obtenidos en esta consolidación. Hay que recordar que el presidente ya culpó a las farmacéuticas de las fallas en la distribución. Yo no me llamo Andrés Manuel.

Lo peor es que, conforme a las cifras del CONEVAL, del 2000 al 2015 la población sin acceso a servicios de salud disminuyó del 56.6% al 16.7% y con las estrategias fallidas del gobierno de la autollamada 4T, la desaparición del seguro popular y la centralización con la creación del INSABI, esta cifra ascendió al 21%. Hoy 24.6 millones de la población no accede a servicios de salud, más que en el periodo que el presidente llama neoliberal. Yo no me llamo Andrés Manuel.

Investigador del Instituto Mexicano de Estudios
Estratégicos de Seguridad y Defensa Nacionales
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