El domingo de resurrección pasado no sucedió el milagro. La contrarreforma constitucional en materia de energía eléctrica no resucitó. Moribunda nació desde que se envió con la instrucción de no cambiarle ni una coma y su muerte la decretaron los partidos de oposición días antes de la votación en el pleno de la Cámara de Diputados. El remate de la sesión cargada de adjetivos y descalificaciones después del anuncio del resultado de la votación contraria a los intereses del gobierno y su partido por el presidente de la mesa directiva fue una frase muy desafortunada en una política democrática expresada por el Diputado Leonel Godoy, vicecoordinador de la bancada morenista: “No los necesitamos”.

¿A quién no necesitan? ¿A los 23 millones de ciudadanos representados en los partidos de oposición que votaron en contra de la iniciativa presidencial de reforma constitucional o a los 83 millones de ciudadanos que decidieron no ir a las urnas para no convalidar la farsa de revocación de mandato? ¿Tampoco van a necesitar a los millones de ciudadanos que NO voten por los candidatos de Morena en las próximas elecciones para gobernador en seis estados?

En una democracia representativa y plural no basta ser la mayoría en las elecciones y el Diputado Leonel Godoy lo sabe. Él obtuvo, en 2021, el 51% de la votación efectiva para ocupar el cargo, es decir, con su declaración le quita la voz al 49% de sus representados y se cierra a escuchar y tomar en cuenta a las diversas minorías que esperan una gestión incluyente y receptiva a las diversas visiones de Nación que concurren en el Congreso de la Unión.

El debate sobre la contrarreforma eléctrica ha sido uno de los más ríspidos de los últimos años. No se llegó a los golpes, afortunadamente, pero durante la sesión se denunciaron agresiones verbales entre los diputados y ofensas reiteradas desde la tribuna. Se tacharon de traidores y de recua de mulas, se gritaron y ofendieron, se amenazaron y citaron para continuar el “pleito” en las calles en las próximas elecciones.

La frase de Godoy, “no los necesitamos”, marcó la ruta de los acontecimientos de esta semana y en lugar de buscar la reconciliación y el acercamiento de posiciones, las dos partes, divididas profundamente, pusieron las lanzas del próximo enfrentamiento.

El presidente en la mañanera, con base en un aval inexistente de la Corte a la constitucionalidad de la Ley de la Industria Eléctrica, amenaza con una persecución penal a las empresas que utilizan el autoabastecimiento de energía eléctrica y con aplicar una norma general que está suspendida definitivamente en su aplicación, en forma particular y general, hasta que se resuelvan los amparos interpuestos en contra de dichos ordenamientos.

El Consejo Coordinador Empresarial (CCE), a través del Ingeniero Régulo Salinas Garza, presidente de la Comisión de Energía de la CONCAMIN, alertó del posible desabasto de electricidad en algunas regiones en los próximos años y señaló que buscará una negociación bajo la perspectiva que el presidente perdió la votación en la Cámara de Diputados y la resolución de la Corte dejó el estado de las cosas en las mismas circunstancias jurídicas que existían al inicio de este sexenio.

La dirigencia de Morena determinó exhibir, en una campaña de odio, a los diputados “traidores” que no votaron a favor la iniciativa presidencial y los imputados acudieron a denunciar el hostigamiento, la incitación a la violencia y la posible comisión del delito de difamación. El ambiente de tensión agresivo se reprodujo en una arena política más amplia con los riesgos a la tranquilidad social que esto significa.

En una democracia plural, en la que se respetan los derechos de las minorías y se toman en cuenta sus argumentos en el debate legislativo para la conformación de las reformas constitucionales y legislativas, la estrategia de aislamiento es contraproducente. El resultado está a la vista: la contrarreforma eléctrica es la primera iniciativa de modificación constitucional promovida por el presidente de la República que no obtiene la mayoría calificada.

En una democracia representativa, los grupos políticos opuestos en un Congreso están obligados a lograr acuerdos para acercar las expresiones extremistas que suelen manifestarse en la sociedad y, en algunos casos, aprovecharse para ganar elecciones con una narrativa simplista y demagógica. Aún con mayorías abrumadoras, la búsqueda de consensos es deseable y eso lo exigió el Diputado Leonel Godoy cuando formó parte del movimiento por la Democracia de Cuauhtémoc Cárdenas.

La estrategia de “más vale solos que bien acompañados por la oposición mediante consensos” es contraproducente y augura el fracaso de las próximas iniciativas de reforma constitucional. Con la frase “no los necesitamos” se presagia el rechazo de la electoral y la relacionada con la guardia nacional y se abona el terreno a la incertidumbre y la baja inversión privada. Vale.

Investigador del Instituto Mexicano de Estudios
Estratégicos de Seguridad y Defensa Nacionales
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