El 8 de agosto pasado el presidente López Obrador aseguró en su mañanera que la refinería de Dos Bocas va a empezar a producir, finalmente, “como 170 mil barriles de combustible a más tardar en noviembre de este año, y la otra mitad en diciembre o en enero del año próximo”. Y tras esa declaración volvió a incrementar, bajita la mano para que no se notara tanto, el costo final de la refinería: “Es una inversión de alrededor de 14 mil millones de dólares, sin créditos, con presupuesto público, con dinero del pueblo”.

A lo largo de los años, muchos mexicanos han aprendido la lección y saben que hay que tomar con un granito de sal cualquier promesa de López Obrador, especialmente ahora que ya le agarraron las prisas. No pudo resolver, sino más bien agravó, los problemas que siempre han padecido el sector de salud, el de educación y el de seguridad pública, por lo que sólo le queda tratar de concluir sus megaobras. Obviamente las inaugurará sin haberlas terminado. La única que a la mejor podría funcionar el 2024 es la refinería.

En la cita reproducida con anterioridad hay otra declaración que ya se puede calificar como simplemente falsa. Nos referimos a su aseveración de que la refinería en Dos Bocas acabará costando “14 mil millones de dólares, sin créditos, con presupuesto público, con dinero del pueblo”. Respecto a esa frase, algo que sí es cierto es que su elefante blanco será financiado con “presupuesto público, con dinero del pueblo”. Lo que no es verdad es que acabará costando catorce mil millones de dólares y que su pago se hará sin deuda.

Ocho mil millones de dólares es lo que costará la nueva refinería, afirmó, palabras más palabras menos, el entonces presidente entrante en un discurso que hizo el 9 de diciembre del 2018. Poco más de tres años y medio después, el 26 de julio del 2022, el presidente incrementó esa cifra en un cincuenta por ciento. Dijo entonces que la refinería de Dos Bocas costaría, “ya operando, alrededor de 12 mil millones de dólares”.

Ahora el supuesto costo ya se estima oficialmente, en boca del propio presidente, que sea 14 mil millones de dólares. Desgraciadamente, esa cifra es considerablemente menor a la que la mayoría de los expertos en el tema estiman hoy. Algunos, los más optimistas, hablan de una cifra final del orden de 18 mil millones de dólares, pero los más pesimistas aseguran que el monto podría alcanzar los 24 mil millones de dólares. El promedio de estos dos últimos números es 21 mil millones de dólares, justo un cincuenta por ciento más que la última estimación presidencial.

Pero, a todo esto, ¿por qué se da esta danza de cifras? Hay dos razones. La primera es que López Obrador emprendió esa inversión sin análisis alguno de por medio, sin valorar las dificultades que conllevaba la obra.

De la otra razón se habla menos. Ésta es que la construcción de Dos Bocas no depende operativamente, aunque sí legalmente, de Petróleos Mexicanos. Por una de esas inexplicables decisiones que luego toma el presidente, la coordinadora del proyecto es la secretaria de Energía y no el director de Pemex. No hay, pues, un mando único.

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