Los autoritarios saben que la puerta de entrada para el control totalitario es suprimir la libertad de expresión. Dado ese paso, las demás libertades caen una a una.

Pocas imágenes de anhelo de libertad han sido más poderosas que las movilizaciones masivas a favor de la democracia en Hong Kong durante 2019. El régimen chino entendió ese poder y decidió hacerlo desaparecer: quiere imponer su sistema autoritario en ese territorio.

Tras la colonización, Gran Bretaña cedió Hong Kong a China bajo la condición de que, a diferencia del resto del territorio chino, le permitiera autonomía, libertad, democracia. Y desde 1997 funcionó así: “un país, dos sistemas”. Hasta que el apetito expansionista y autoritario de China, con el poderosísimo Xi Jinping a la cabeza, decidió cargar contra Hong Kong. Surgieron las manifestaciones, pero entre la llegada de la pandemia y la represión callejera, se han diluido.

Como parte del plan de Xi, desde junio de 2020 China impuso en Hong Kong una nueva ley de Seguridad Nacional. El ordenamiento establece una definición tan ambigua para los delitos de traición, sedición, subversión y terrorismo que puede imputarse a la menor provocación contra cualquiera que exprese alguna crítica al poder central del Partido Comunista Chino.

Fue en los últimos meses que rindió frutos la estrategia. Tres de los principales medios de información independientes y críticos de Hong Kong cerraron. Los dos primeros —Apple Daily y Stand News— dejaron de operar luego de que sus directivos fueron arrestados por presuntamente haber violado la famosa ley.

Para el 4 de enero de este año, el portal de noticias Citizen News, que se definía por su apuesta a favor de “un Hong Kong libre, abierto y plural”, cerró sus puertas. La explicación de sus editores fue simple: con la ley vigente no es posible saber qué se considera aceptable publicar y qué no, por lo que mantener el medio abierto significaba poner a todos sus periodistas y empleados en riesgo constante de ser encarcelados con largas penas.

China se comprometió con Gran Bretaña a que “un país, dos sistemas” duraría 50 años, hasta el 2047. Pero la debilidad occidental y el robustecimiento chino sacudieron el tablero. China ha dejado de respetar el compromiso y nadie parece dispuesto ni capaz de ponerle un alto. La democracia en Hong Kong está desvaneciéndose: según la medición de Reporteros sin Fronteras, en el índice de libertad de prensa, Hong Kong ha pasado del número 18 en la lista en 2002 al lugar 80 en 2021.

La mayoría de los medios hongkoneses que siguen abiertos tienen propietarios de China continental y se han ido plegando a las directrices de Pekín. La cadena pública de radio y televisión (RTHK) es dirigida desde hace casi un año por un enviado del gobierno chino sin formación de periodista y los analistas señalan que el medio se ha convertido en una máquina de propaganda. Aún operan inmediahk.net y Hong Kong Free Press, reconocidos por su periodismo independiente, pero la espada de Damocles pende sobre ellos.

Así se va estableciendo en realidad un nuevo esquema: “un país, un sistema”. Es China y es autoritario. Es China y no hay democracia. Y todo empieza atacando la libertad de expresión.

SACIAMORBOS

Te lo digo Hong Kong, para que escuches…

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