Insultó, injurió, calumnió, mintió, repitió las respuestas peñistas cuando la “casa blanca”, divagó durante 22 minutos… pero el presidente no pudo desmentir una sola frase del reportaje sobre las casonas y los lujos con los que vive su hijo: cine privado, alberca de 23 metros, camioneta Mercedes Benz.

En esa larga y desordenada perorata —el odio como combustible—, el presidente dijo una mentira gigantesca: “en este gobierno no tienen influencia mis hijos”. Esta frase expone tremendamente a sus propios hijos. Esa frase lo va a perseguir.

Los hijos del presidente han sido sus operadores electorales; interlocutores con grandes empresarios y poderosos políticos; han colocado funcionarios públicos; le llevan temas, preocupaciones y peticiones de distintos sectores; han tenido diálogos de talla internacional a nombre del gobierno de México; y usan su apellido para “desatorar” trámites y “orientar” decisiones de la administración pública. He tratado de ser elegante en la descripción de su indudable influencia, en la que coinciden distintas fuentes.

Un ejemplo pertinente:

Una de las casonas de Houston —la del cine y la alberca— era de un alto ejecutivo de la empresa Baker Hughes, que ha obtenido de Pemex contratos en el actual gobierno por más de 150 millones de dólares. Uno de esos contratos, por 85 millones de dólares, lo otorgó Pemex Exploración y Producción cuando ahí estaba uno de los amigos íntimos de Andrés López Beltrán, otro hijo del presidente: Abraham Alipi Mena, quien fue subdirector de Administración de Servicios para Exploración Producción, y después saltó a encabezar el Centro Nacional de Control de Gas Natural. PEP y Cenagas, con todos los recursos que manejan, ¡ni más ni menos!

Si bien José Ramón López Beltrán ha estado en la palestra en los últimos días, a raíz del reportaje de Latinus y Mexicanos contra la Corrupción sobre sus lujos, el hijo que más influye en el gobierno es Andrés, conocido como “Andy”. Como su hermano, no es retrato de austeridad. Pero, a diferencia de su hermano, más discreto y mejor operador: es interlocutor con grandes empresarios de la Ciudad de México y Monterrey. Como Andrés López Beltrán puso al administrador General de Grandes Contribuyentes del SAT, Antonio Martínez Danigno, se ofrece para resolver los diferendos de impuestos. Treintañero, sin experiencia en el sector y ubicado también como amigo de Gonzalo López Beltrán. Otra figura vinculada a los hermanos López Beltrán es Carlos Torres Rosas. Por la cercanísima relación entre sus papás, es como su primo. Torres controla la distribución de los programas sociales a través de los “servidores de la nación”, pues sustituyó a Gabriel García —de infeliz memoria— en Palacio Nacional. Javier May, al frente de Fonatur y ahora encargado del Tren Maya, es también cercanísimo. Y el que define el acceso al presidente, el jefe de la Ayudantía, Daniel Asaf, el hombre físicamente más cercano a AMLO, es también del grupo de su hijo Andrés.

En sencillo. Lo dicen todos en voz baja: no hay nadie en el gobierno que se niegue a tomarles la llamada y hacerles el favor que pidan. Eso de que “en este gobierno no tienen influencia mis hijos” es de las más escandalosas mentiras. Lo sabe él, lo saben ellos, lo saben muchos.

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