El 25 de julio de 2019, el presidente López Obrador se puso serio. En la conferencia mañanera, dejó por escrito su promesa de que no se va a reelegir. Hizo el show completo: redactó un documento, lo firmó ante notario, de hecho acudió el notario público número 30 de la Ciudad de México, Rafael Arturo Coello Santos, se dijo que no cobró por sus servicios, que él va a conservar el libro con el documento y se leyó lo escrito por el mandatario: que él es maderista, que sufragio efectivo no reelección, que él tiene convicciones, que lo suyo no es la ambición de poder y que con seis años alcanza para la gran transformación del país.
Ayer, 26 de abril de 2021, el presidente López Obrador dejó abierta una peligrosa puerta. Cuando le preguntaron sobre la extensión de mandato del presidente de la Suprema Corte de Justicia (que el Congreso votó por que dure seis en vez de cuatro años, violando lo que marca la Constitución), dijo que eso “no es una reelección”.
Entonces, si la Constitución marca que el mandato termina en el 2022, la mayoría morenista y algunos paleros de la oposición pueden aprobar en el Congreso que se extienda al 2024, y tal cosa “no es una reelección”. Y como no es reelección, según el presidente que firmó ante notario, no estará violando el documento que con tanta pompa y circunstancia presentó hace dos años.
El mago confesó su truco.
La lógica presidencial ante el caso del ministro Arturo Zaldívar puede peligrosamente aplicarse a su propio caso: la pandemia paralizó la gran reforma que estaba llevando a cabo, necesita más tiempo para terminarla… eso no es reelección. Aplicó ya para Zaldívar… pueden querer que aplique para López Obrador.
Quedará de la sociedad y sus resortes evitar esto que es mucho más que uno de los acostumbrados lances autoritarios del presidente de México: es una acción concreta que busca cancelar la vía constitucional y afianzar un proyecto autoritario. Eso lo vuelve un punto de quiebre. La flagrancia y el desparpajo con el que el presidente comete la violación advierten que seguirá en esa dirección.
¿Será que viene una sacudida para la contienda en Sonora ? ¿Será que las esperanzas de la Alianza están fincadas en que antes de la elección se publique un libro, de autora famosa y alcance internacional , que haría revelaciones escandalosas sobre el candidato de Morena?
Mientras esa tensión se extiende, en los pasillos de Palacio Nacional se comenta otro asunto que tiene mal a Alfonso Durazo: que su sucesora en la Secretaría de Seguridad Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, llegó a arrasar con la estructura de funcionarios leales y contratistas beneficiados.
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