Inauguran el Tren Maya. Es el símbolo de cómo las cosas no han cambiado. Los empresarios de siempre recibieron los millonarios contratos de siempre para hacer una obra que como siempre es capricho del presidente. La inauguración pudo haber sido la de cualquier sexenio: los mismos invitados sonriendo para las mismas fotos. López Obrador prometió que no se iba a cortar un solo árbol. Cualquier fotografía aérea exhibe cómo rasuraron la selva para poner las vías. El presidente dijo que el tren iba a costar 150 mil millones de pesos. Va en más de 500 mil millones. El gobierno y sus propagandistas, excitados al máximo, reclamando que se le otorgue el lugar “histórico” que merece la inauguración de un tren. Al día siguiente, falló el tren.

También inauguraron el aeropuerto de Tulum que tenía goteras y solo cuenta con cuatro vuelos, y el acueducto de la presa El Cuchillo II en Nuevo León, que costó cuarenta por ciento más de lo prometido.

Los rehenes de Texcaltitlán. Esta semana las conferencias mañaneras duraron casi 11 horas en total. De esas, se dedicaron cuatro minutos al informe oficial sobre lo sucedido en Texcaltitlán, Estado de México. Campesinos, abandonados por el gobierno y hartos del cobro de piso por parte de la Familia Michoacana, tomaron las armas y enfrentaron a los narcos. En represalia, el cártel secuestró a 10 personas, entre ellas un bebé, dos niñas y un niño. Son rehenes. Llevan 10 días en cautiverio. A cambio de su liberación, el cártel pide que les entreguen a 4 líderes campesinos a quienes ubican como quienes los atacaron. El presidente calla. También el secretario de la Defensa. La gobernadora, hasta después de que nosotros revelamos el hecho, declaró que no eran rehenes ni secuestrados, sino desaparecidos. No están desaparecidos: los tiene el cártel, son sus rehenes y está claro lo que piden a cambio.

Las que sí son personas desaparecidas, fueron vueltas a desaparecer por el gobierno. El régimen rasuró el padrón de personas desaparecidas y lo bajó unilateralmente de 110 mil a 12 mil.

“Rápido y curioso”. El gobierno de AMLO accedió a que entraran 5 toneladas de cocaína a México para seguirles la pista y descubrir las redes de tráfico. Lo reveló con base en documentos oficiales. Ha de ser duro para el presidente y sus propagandistas, que tanto criticaron el idéntico operativo Rápido y Furioso que permitió el paso de armas.

Lenia Batres sólo tiene un mérito para ser ministra de la Suprema Corte de Justicia: es 100% fiel a López Obrador. Pertenece a la realeza del obradorato, familias que han vivido de la política desde hace décadas. El presidente tenía mejores opciones. Había abogadas y abogados de izquierda, con prestigio y nombre propio, que hubieran sido propuestas inobjetables. Pero el presidente no quería una ministra independiente, quería una operadora política en la Corte. En 1998, Lenia Batres criticaba así las nominaciones a la Corte: “es el colmo que sí tenga, el Poder Ejecutivo, todavía capacidad para nombrar, para proponer y nombrar de hecho… Es obvio que el Poder Ejecutivo tiene conocidos, tiene gente recomendable y la recomienda y pues eso no garantiza la autonomía que nosotros necesitamos”.

Se cumplió un año del atentado contra Ciro Gómez Leyva. La ineficacia de Claudia Sheinbaum, Martí Batres, Ernestina Godoy, Gertz Manero y López Obrador ha impedido que sepamos quién lo mandó matar y por qué. Y el presidente, en cada mañanera, legitima la violencia contra los periodistas.

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