Día 19. Otro conflicto de interés, otra muestra de debilidad, otro ataque desmedido del presidente y un presidente al que se le quiebra la voz en la conferencia mañanera. Sigue entrampado en el escándalo de la vida de lujos de su hijo en Houston. Cada día se hunde más. Se ve atrapado, en picada.

1.- Tercer conflicto de interés: se descubre y denuncia en redes sociales que José Ramón López Beltrán, hijo del presidente de México, realizó su comunicado en un procesador de palabras Word cuya licencia está a nombre de una empresa de energía española a la que el SAT le condonó multas en 2019. Se llama Zytech Group. Así que mientras el papá criminaliza a las empresas energéticas españolas, el hijo se sirve de ellas. Nada nuevo: mientras el papá criminaliza a quien tiene dinero, su hijo vive como rico con un financiamiento inexplicable. Por cierto, la empresa en la que supuestamente trabaja José Ramón se llama KEI Partners. Es propiedad de Iván Chávez, Erika Chávez y Karla Wiedemann. Esta última en realidad es Karla Chávez, casada con Nicholas Wiedemann, director general de Vidanta Energy, el negocio energético de Daniel Chávez, papá de ellos, empresario consentido de López Obrador, integrante de su Consejo Asesor Empresarial, donador de 200 millones de pesos a la “rifa” del avión presidencial y a cuyos hoteles en Sonora beneficiará una central de energía solar que construirá la CFE.

2.- Otra muestra de debilidad. Cómo estarán viendo de desvencijado a su líder, que los senadores de Morena firmaron una carta de apoyo al presidente. Igual que la que hicieron los gobernadores. Quién iba a pensar que un líder tan poderoso y omnipresente iba a necesitar una carta de apoyo de personalidades políticas que solían depender de él. Si el presidente necesita que salga Monreal a apuntalarlo, después de llevar meses ninguneándolo, es porque la crisis es profunda y no están encontrando salida.

3.- Otro ataque desmedido: el presidente está cada vez más fuera de sí. Se muestra desesperado, enojado, arrinconado, profundamente violento. Sigue violando la Constitución, sigue amenazando, decide calumniar hasta a mi esposa. El presidente no está siendo capaz de escuchar ni a sus voces amigas que desde la prensa le gritan: presidente, deténgase ya, se está hundiendo más. Está descuadrado, sin sitio y sin reflejos, dando tumbos. Manda una carta el INAI preguntando por mis ingresos, incapaz de explicar los de su hijo y los de él mismo durante los 13 años entre que fue jefe de Gobierno y presidente. La prioridad nacional son mis ganancias. No los periodistas ejecutados este mes. No los 600 mil muertos de la pandemia. No la violencia récord en el país. No la economía apuntando a recesión.

4.- Ayer al presidente se le cortó la voz en su conferencia mañanera. Recordó cuando sus hijos eran chicos y él protestaba en Tabasco contra el gobierno hegemónico priista. Contó que lo espiaba el Cisen, que se metía en su vida privada, que un helicóptero sobrevolaba su casa, que su comadre Carmen Lira (hoy directora de La Jornada) y la reportera Lourdes Galaz se llevaron a sus hijos de ahí. Cómo han cambiado las cosas: hoy el que persigue es él, el que viola la intimidad, el que espía, el que no tiene empacho en exponer la seguridad de una familia con hijos chicos, el que no permite la crítica y el que abusa del poder. De reprimido a represor. Y todo, porque no tiene explicación a los lujos de la casona de José Ramón en Houston.

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