Pocos han pagado tan caro el precio de la ingratitud de López Obrador como César Yáñez. Fue el hombre que lo acompañó en sus peores momentos. Cuando no juntaba 50 personas en un mitin y era el apestado de la política nacional, ahí estaba César Yáñez, a su lado, en la camioneta, sosteniendo una grabadora, distribuyendo boletines con sus palabras, agitando desde las redes sociales, tratando de probar que AMLO aún existía.

César Yáñez cometió un error. Uno. Al poco tiempo de que López Obrador ganó las elecciones presidenciales, se casó en una boda suntuosa que se volvió el primer ícono de las contradicciones de este gobierno. AMLO fue fulminante con su hombre más cercano: lo congeló, lo sacó del paraíso, y nunca volvió a ser lo que era.

A la luz de los escándalos de corrupción y desvío de recursos que el presidente ha consentido durante su sexenio, hoy lo de César Yáñez parece un pecadillo menor. Han sucedido y se han descubierto cosas infinitamente más graves en el gabinete y hasta en la familia presidencial. Y nadie ha recibido el brutal castigo que recibió el hombre que por años no lo dejó solo.

Recientemente, César Yáñez resucitó. Lo nombraron subsecretario de Gobernación con un objetivo: armar la campaña presidencial de Adán Augusto López. Yáñez, por sus recorridos con AMLO, conoció el trabajo político de tierra, a los operadores electorales en cada lugar, y con esa agenda fue armando la red de Adán Augusto, apalancado en la ventaja de poder y dinero que brinda Gobernación.

Cuando la mesa estaba puesta para que César Yáñez fuera oficialmente el coordinador de la campaña de Adán Augusto López, surgió meteóricamente la figura de la diputada morenista Andrea Chávez, una joven y buena polemista, exitosa en redes sociales, fresca de imagen, que capturó la atención de la cúpula del obradorato y hasta fue ensalzada por el propio presidente que la ubicó como una de las mejores representantes de la nueva generación de su movimiento. Enrachada, Andrea Chávez borró a César Yáñez.

Pero luego circularon en redes sociales las imágenes de su familia usando un lujoso avión oficial para un traslado privado y todo cambió. Si no había gustado que arrasara a César Yáñez, cuentan mis fuentes de Palacio que lo del avión desató el enojo presidencial. Y encima, los relojes de a millón de pesos de Adán Augusto. Varios escándalos en el lapso de unos cuantos días. Adán había decepcionado a su hermano.

Saciamorbos

La alianza opositora ganó la agenda, la conversación pública, se la robó a Morena y al presidente, pero eso también acarrea costos. Las críticas de Lilly Téllez, Germán Martínez y Damián Zepeda —que coinciden con lo que dicen López Obrador y sus “corcholatas”—, obligan a los representantes de la sociedad civil a demostrar que no “vendieron” a los partidos el método de selección de candidatura presidencial, y orilla a los dirigentes partidistas a sacudirse la sospecha de que todo está armado para que ellos tomen la decisión y usen a los ciudadanos para lavar sus pecados. Es duelo de narrativas.

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