El presidente dijo que no se pronunciaría sobre los cuestionamientos a su fiscal general, Alejandro Gertz Manero, que eso lo tendría que resolver la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Pues la Corte ya resolvió: la votación de los ministros goleó 11-0 a Gertz.
Si este gobierno fuera decente, el fiscal estaría haciendo maletas. Pero no es un gobierno decente.
La goliza que se llevó ayer en la Corte confirma que el fiscal Gertz usó el poder de su cargo para cobrarse una venganza personal, que desvió recursos públicos para impulsar sus intereses personales. Para ponerlo en palabras de su jefe López Obrador, el fiscal Gertz está moralmente derrotado.
Pero el presidente seguramente fingirá que este es un caso judicial cualquiera, que ya se resolvió, que se hizo justicia… y a lo que sigue. Tenderá un manto de impunidad sobre su fiscal y tratará de hacer parecer que nada pasó, que no se violó ninguna ley, y reiterará que la cuestionada actuación de su fiscal es fruto de la “condición humana”.
Si los sobornos de sus hermanos son “aportaciones”, si la casona de su hijo en Houston es porque “al parecer la señora tiene dinero”, lo de menos es que el abuso de poder del fiscal sea la “condición humana”.
Para la Suprema Corte, la votación de ayer era de supervivencia. Cualquier otro resultado la habría dejado lastimada, herida, éticamente inoperante. ¿Por qué? Porque en las conversaciones telefónicas reveladas, Gertz se ufanaba de tener en la bolsa el voto de varios ministros. Si eso se confirmaba en la votación del pleno, el desprestigio hubiera sido catastrófico para la SCJN. Los ministros no tenían de otra más que votar unánimemente contra Gertz. Lo sabían los ministros y lo sabía Gertz. Sería lógico que incluso lo hayan platicado.
¿Qué sigue ahora? La otra cara de la misma moneda: el caso Scherer. El Poder Judicial tiene en sus manos decidir la suerte del grupo de abogados al que la Fiscalía de Gertz acusa de extorsionar a nombre del exconsejero jurídico del presidente, Julio Scherer. Las relaciones que alguna vez fueron estrechas entre el consejero de Palacio y el Poder Judicial hoy lucen rotas, y no es descartable que también para mostrar su independencia —y de paso, recomponer el puente con el fiscal—, en este otro caso sí le vaya bien a Gertz en el Poder Judicial.
¿Qué tendremos, al cabo de unos días? Un fiscal y un exconsejero jurídico judicialmente vapuleados. Reitero: en el fondo, no son Gertz o Scherer. El gran perdedor es el presidente de México, cuyos íntimos colaboradores son acusados de las peores corruptelas, y las acusaciones provienen de ellos mismos. Esta disputa radiografía la podredumbre en la administración de López Obrador. Él cree que no se le nota el chapopote en el plumaje. Es evidente para todos.
¿Y la oposición? ¿Promoverá la salida de un fiscal moralmente derrotado, o buscará respaldarlo a cambio de que no los toque? ¿Pensarán que solo hay una cosa mejor que un fiscal derrotado: un fiscal en la bolsa?