¿En qué nos hemos convertido cuando las masacres y muertes masivas de migrantes se convierten en rutina?

El año 2021 comenzó el 22 de enero con la masacre de Camargo, Tamaulipas, en la que 19 migrantes guatemaltecos fueron calcinados, y concluye el 9 de diciembre con la brutal muerte de 55 migrantes guatemaltecos en una caja de tráiler en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

No son accidentes, sino, sostiene @PMunozLedo, ‘crímenes de lesa humanidad’, que incluyen el asesinato, la esclavitud, la deportación o el traslado forzoso de población, y la privación grave de libertad, que se cometen como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil.

Las rutas de migrantes y solicitantes de refugio / asilo, han sido tomadas y controladas por bandas criminales que ejercen la compraventa de seres humanos.

El tráfico de personas (‘smuggling’ en inglés) es el hecho de transportar individuos para cruzar fronteras sin papeles, de manera ilegal.

El delito de trata (‘trafficking’) es el manejo de seres humanos como mercancía, con propósitos de explotación sexual, trabajos forzados, tráfico de órganos, servidumbre o cualquier otra forma moderna de esclavitud. Es el delito más vergonzoso del mundo, señala la UNODC (https://bit.ly/3F79Zff).

El 6 de diciembre, tres días antes de la tragedia en Tuxtla Gutiérrez, los gobiernos de EU y México reanudaron el programa de Trump, ‘Quédate en México’, que devuelve a México a los migrantes y solicitantes de asilo que presentan su solicitud de protección en Estados Unidos, y los deja a merced del crimen organizado.

Ahora sí los cuidaremos, aseguran autoridades, al tiempo que nos enteramos que la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) será disuelta dentro de la Segob, y disminuirá su personal. La Comar es la única agencia gubernamental calificada para recibir y acoger refugiados, y en 2021 ha debido hacer frente a más de 100 mil solicitudes de refugio mientras es sometida a una miseria presupuestal.

Ejercemos la contención migratoria en fronteras cada vez más militarizadas, por agentes del Instituto Nacional de Migración y la Guardia Nacional. Algunos de ellos parecen considerar más peligrosos a los migrantes y solicitantes de refugio que a la delincuencia organizada transnacional.

Ninguna persona debe ser esclavizada por otra.

Con el desmantelamiento de numerosos programas de previsión y protección social, parecería que avanzamos hacia la abdicación de diversas responsabilidades del Estado mexicano.

Que ironía de un México que exige reforma migratoria hacia el norte mientras se comporta como verdugo implacable de quién sabe cuántos centroamericanos, caribeños y africanos pobres y desesperados que huyen de su país para salvar su vida.

Los albergues operados por las iglesias son un gesto de dignidad contra el racismo, la arbitrariedad y la humillación. Lo es también el compromiso de atender la deuda histórica del Estado mexicano en la búsqueda de personas migrantes desaparecidas. Hacen falta muchos más ante la tragedia humanitaria que vivimos día con día.

Fragmentos de la Conferencia magistral de CHZ en el Diplomado UNAM sobre trata de personas, en el marco de la Conferencia Regional sobre Migración, presidencia pro-témpore a cargo de México.

Profesor asociado en el CIDE.
@Carlos_Tampico