El 21 de octubre se llevarán a cabo las elecciones federales para elegir a los 338 miembros del Parlamento canadiense.

Los partidos y candidatos en liza y la intención de voto registrada al 3 de octubre son: Partido Liberal, con Justin Trudeau 33.4%; Partido Conservador, con Andrew Scheer 34.2%; Nuevo Partido Democrático, con Jagmeet Singh 13.5%; Partido Verde, con Elizabeth May 10.2%, y Partido Popular de Canadá, con Maxime Bernier, 4% de los sufragios.

La moneda está en el aire. Dada la configuración de las circunscripciones electorales, la ventaja del Partido Liberal en Ontario y en Québec podría otorgarle 162 curules, mientras que los conservadores sólo obtendrían 139, con todo y que arrasarán en Alberta. El Nuevo Partido Democrático 13, y el Partido Verde únicamente 5. El Bloque Quebequense (BQ) de Yves-François Blanchet sólo presenta candidatos en Québec y obtendrá alrededor de 18 asientos.

La mayoría simple se obtiene con 170 asientos, por lo cual el Partido Liberal se quedaría corto y necesitaría hacer alianzas para gobernar.

¿Qué es lo que está en juego?

No hay gran entusiasmo por la elección. Quizá Justin Trudeau no ha hecho un gran gobierno, pero transmite el mensaje de una buena situación económica y una expectativa de estabilidad. La receta liberal combina programas por la justicia social y los derechos humanos con el ambientalismo y la promoción del libre comercio y la globalización.

Sin embargo, su carisma personal no ha sido suficiente para disipar la desconfianza suscitada por dos escándalos: 1) El posible conflicto de interés debido a la presión que ejerció para que en 2018 el entonces fiscal se limitara a multar en vez de investigar a la firma SNC-Lavalin, una megaconstructora de Québec, por el pago de sobornos a funcionarios; y 2) El hecho de que sólo en 2019 se supo que en una fiesta a la que asistió antes de ingresar a la vida política se pintó la cara de negro para representar un estereotipo racista, lo que ha socavado su sinceridad y credibilidad como adalid de la batalla contra el racismo y la discriminación, y por la inclusión, la inmigración y el multiculturalismo.

Andrew Scheer no se perfila como alguien mucho más imaginativo y creativo, y su apuesta es que el número de canadienses que rechace a Trudeau por cansancio o por su frivolidad sea mayor que quienes le temen a una restauración conservadora. El día 3 de octubre se supo que Scheer tiene doble nacionalidad canadiense-estadounidense. Ello no lo descalifica, pero hasta ahora había mantenido en secreto este dato.

Por lo que toca al Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC; los canadienses le llaman Canada-US-Mexico Agreement CUSMA), éste deberá presentarse ante el nuevo parlamento canadiense para su eventual ratificación.

La relación bilateral México-Canadá se deterioró durante los nueve años del gobierno del conservador Stephen Harper, entre otras cosas por la imposición de la visa de turista a los mexicanos (requisito eliminado bajo Trudeau). Recientemente, generó mucha preocupación en Canadá el anuncio de la Comisión Federal de Electricidad de que iría a un arbitraje internacional en torno a los contratos con compañías de energía que operan gasoductos en México, entre ellas TC Energy, con sede en Calgary. Tras la negociación del diferendo las aguas volvieron a su nivel.

Trudeau encabeza el gobierno desde el 4 de noviembre de 2015. En un mundo donde los autócratas y populistas de derecha tienen cada vez más alto perfil, es de los contados líderes que buscan revitalizar el orden liberal global. Faltan diez días para saber si el electorado le ‘perdonará’ sus errores y ratifica su voto de confianza, o lo enviará a casa.


Profesor asociado en el CIDE.
@ Carlos_Tampico

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