En los años recientes hemos sido testigos de una creciente ola populista a nivel global. Políticos de diferentes latitudes han encontrado en la polarización una forma efectiva de ganar el apoyo de una importante parte de la población, promoviendo ideas y discursos que generan confrontación y odio entre los ciudadanos. Pero la experiencia muestra que cuando los políticos se enfrascan en este lenguaje de división, se genera un ambiente de mayor hostilidad que obstaculiza el desarrollo y la estabilidad de un país. Ahí están los casos de Trump, en Estados Unidos, o Bolsonaro en Brasil.

En contraposición, tenemos ejemplos positivos como los de Canadá y Nueva Zelandia, donde los líderes políticos han optado por promover la unión y la inclusión en sus discursos. El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, ha hecho especial énfasis en la diversidad y la importancia de la convivencia pacífica entre diferentes grupos sociales, promoviendo políticas de inclusión y respeto. De manera similar, la ex primera ministra de Nueva Zelandia, Jacinda Ardern, destacó por su enfoque en la empatía y la unidad, especialmente en momentos de crisis como el atentado terrorista en Christchurch en 2019.

Si se quiere ir aún más lejos, está el caso de Nelson Mandela en Sudáfrica. Tras décadas de opresión bajo el sistema del apartheid, Mandela lideró la transición hacia una democracia inclusiva, abogando por la reconciliación. Este enfoque permitió que se evitara una guerra civil y sentó las bases para una sociedad más equitativa y cohesionada.

En México es urgente reconocer la existencia de desigualdades estructurales, pero atizarlas no abona a combatirlas. Todos somos parte de este gran país y solo en unidad podremos salir adelante, porque mientras el presidente nos confronta, el crimen organizado avanza, la violencia se agudiza, la pobreza crece, el desarrollo tecnológico y educativo se rezagan y las oportunidades se nos escapan.

Por ello es notorio el mensaje de la popular aspirante presidencial Xóchitl Gálvez. Ella sostiene que México no quiere hablar de izquierdas o derechas, que en este momento lo que México quiere es que se resuelvan los graves problemas, e insiste en que hay que detener el odio y la confrontación para atender los desafíos. Esa es la visión que se requiere de un líder político en el contexto actual para que el gobierno pueda enfocarse en las políticas que aborden la pobreza, la desigualdad, la inseguridad, el cambio climático, la educación y tantos otros temas urgentes, y para poder aprovechar las oportunidades que el contexto geopolítico nos ofrece, como el “nearshoring” o relocalización de empresas.

Quienes aseguran que México iba por buen camino antes del actual gobierno y no entienden que millones de personas estaban hartas de la desigualdad y la pobreza, de la corrupción y la economía de cuates, son los mismos que hoy se niegan a entender que Xóchitl acierta al enfatizar que la premisa de "primero los pobres" es correcta y que los programas sociales no solamente son necesarios, sino hasta insuficientes. Pues, como señala la política hidalguense, "México merece más".

Las crecientes desigualdades, aparejadas de rampante corrupción gubernamental, son el cóctel perfecto para que la población quiera embriagarse de populismo. Si no se atienden los problemas de raíz no podremos escapar de la trampa.

Porque si bien el diagnóstico de los populistas suele ser el correcto, eso no implica que sus simplistas soluciones lo sean. Por el contrario, este tipo de respuestas sin fundamento, ni apego a la ciencia, ni a la vida democrática de un país, irremediablemente traen consigo un deterioro aún más profundo de las condiciones de vida de la población. Por ello es fundamental que entendamos que más de lo mismo ya no nos sirve. Hoy se requiere un proyecto político incluyente, que entienda y atienda las causas del descontento de los mexicanos.

La casi nula movilidad social y la escasez de oportunidades para quienes buscan una vida de trabajo digno en nuestro país hacen que la historia de vida de Xóchitl Gálvez sea profundamente admirable. Con el ejemplo más allá del discurso, ella abandera las agendas más relevantes para México: justicia social, combate a la pobreza, equidad de género, medio ambiente, derechos de los pueblos indígenas, lucha contra la corrupción, impulso a la tecnología e innovación, educación, desarrollo empresarial y visión global.

Retomando las palabras de Gálvez, “Llegó el momento de cerrar filas los ciudadanos y el gobierno, y pensar en los verdaderos problemas de México. Y los verdaderos problemas de México no están en este debate de odio, están en ¿Cómo le hacemos para que a todos nos vaya bien?" Quienes coincidimos con ella, debemos participar activamente en el proceso organizado por el Frente Amplio Por México.

Porque sí, México merece más.

@B_Estefan

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