En un contexto de creciente rivalidad entre China y Estados Unidos, Pekín pretende fortalecer su autosuficiencia tecnológica en los próximos años. Este mes, en la XIX reunión del Comité Central del Partido Comunista Chino, la seguridad tecnológica se erigió como uno de los grandes temas y el gigante asiático ha anunciado la creación de un plan trienal para la autosuficiencia en la materia, dejando claro que pretende llevar a cabo una reorganización completa del sistema tecnológico y científico de estado.

La noción de “sistema tecnológico de estado”, que recuerda a la de la otrora URSS, busca alinear políticas públicas y recursos financieros y humanos para reforzar la competitividad en las disciplinas científicas fundamentales. Pero contrario al enfoque soviético, en el caso chino se pretende que la investigación científica se concentre en los problemas, en los puntos débiles, y se incorpore a la investigación el funcionamiento de los mercados globales de tecnología.

La principal preocupación es sin duda la de los semiconductores, cuya fabricación se ha revelado en los últimos meses como área crucial de la autosuficiencia. La escasez mundial de chips ha motivado al gobierno chino para fortalecer a su gigante de la industria: Semiconductor Manufacturing International Corporation (SMIC). Pero Pekín también tiene otras áreas de interés en la seguridad tecnológica, particularmente la informática cuántica, la inteligencia artificial y los datos.

En el ámbito de los datos, el gobierno encabezado por Xi Jinping busca disuadir a las empresas tecnológicas de trasladarlos fuera de las fronteras. En agosto de este año fue aprobada la Ley sobre la Protección de Datos; la cual es considerada una de las de mayor rigor en su tipo a nivel global. Y en los últimos meses se han incrementado las restricciones al sector de los videojuegos y el gobierno ha intensificado su firmeza hacia las empresas chinas de tecnología.

El plan trienal para la autosuficiencia tecnológica de China es una carrera contra el reloj, pues en paralelo su gran rival, Estados Unidos, no cede en sus presiones. Washington trabaja en ello sin descanso. Para no ir muy lejos, la semana pasada el Departamento de Comercio estadounidense impuso restricciones a un proyecto de la empresa surcoreana de chips, SK Hynix, que pretendía dotar con tecnología de punta a una de sus fábricas ubicadas en China, mientras que un par de días después la administración Biden puso en una “lista negra” para exportaciones a una docena de empresas chinas, la mayor parte de ellas de informática cuántica, bajo el argumento de que el gobierno chino podría acceder a tecnología estadounidense considerada como “crítica”.

La rivalidad entre las dos grandes potencias del mundo es patente en diversos ámbitos, desde el diplomático hasta el aeroespacial. Pero queda claro que una de las grandes arenas de batalla de esta tensión geopolítica es y será en los años por venir el ámbito tecnológico.

 
@B_Estefan 

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