Quienes hace un año aseguraban que las sanciones occidentales acabarían con la economía rusa parecen no perder el iluso optimismo y hoy pregonan que el armamento prometido por Occidente inclinará la balanza militar definitivamente a favor de Ucrania. La realidad es mucho menos alentadora. La solución del conflicto no se ve a la vuelta de la esquina. Los protagonistas tienen claro que hoy no es viable una negociación entre las dos partes, de hecho, Rusia y Ucrania se preparan para la siguiente batalla. Las próximas semanas probablemente verán algunos de los mayores combates que este conflicto haya conocido.

Luego de los grandes movimientos de los primeros meses de guerra, desde hace varios meses la línea de combate se ha estabilizado a lo largo de casi mil kilómetros. Tras la contraofensiva ucraniana de noviembre, hubo una ligera recuperación rusa recientemente, pero no existen movimientos importantes en el frente de batalla. Sin embargo, es claro que Rusia, que se ha empezado a beneficiar de los refuerzos de la movilización parcial y ha recurrido de manera abierta al apoyo del grupo de mercenarios Wagner, ha intensificado sus ataques, obteniendo magras ganancias territoriales a cambio de importantes pérdidas de vidas humanas. Ejemplo de ello fue el caso de Soledar, una ciudad desprovista de importancia estratégica y de apenas 10,000 habitantes, que el ejército ruso logró controlar tras semanas de batallas y decenas de miles de muertes en sus filas. Parece que el objetivo de Putin es continuar atacando, bajo la lógica de que es capaz de soportar pérdidas mayores a las de su adversario, y al menos hacerse del control completo de la región del Donbás de aquí a marzo.

Mientras tanto, Kyiv busca defender su territorio al tiempo que espera la llegada de los tanques pesados que vendrán de Occidente -se espera que el grueso de estos se entregue a Ucrania entre abril y mayo- y mientras tanto 105 soldados ucranianos ya son capacitados por la OTAN , en Polonia, para poder operar los anunciados tanques.

Si bien para Ucrania y otros países del flanco Este de Europa el objetivo es una victoria total, es decir la recuperación completa de los territorios ocupados incluida Crimea, algunas capitales europeas, como París y Berlín, parecen tener una diferente visión respecto a lo que significaría una victoria ucraniana y ven su apoyo al ejército comandado por Zelensky como una forma de revertir la relación de fuerzas en el terreno para forzar a Rusia a regresar a la mesa de negociación. Quizás por ello recientemente, Macron señaló “Destruir a Rusia no es, y no será nunca, el objetivo de Francia ”.

Estas diferentes visiones no implican, al menos por ahora, un mayor problema; pues algo tiene claro Occidente: su continuo apoyo a Ucrania. Hay al menos 50 países aliados de Kyiv que se reúnen de manera continua en Ramstein , la base militar estadounidense en Alemania, y parecen comprometidos a seguir defendiendo la causa ucraniana, en mayor o menor medida.

El ejército ucraniano está determinado a luchar, pero es dependiente de sus aliados. Quizás por ello la visita sorpresa de Biden ayer a Kyiv, en vísperas del aniversario del inicio de la guerra, generó tantas reacciones. En unas cuantas horas, el presidente estadounidense envió varios mensajes. El primero, a Vladimir Putin, que hoy dará un importante mensaje anual frente al legislativo ruso, para aclararle que el apoyo occidental a Ucrania no está menguando y que Estados Unidos, que continúa siendo la mayor potencia económica y militar del mundo, no permitirá un triunfo de Rusia. Segundo, un mensaje de aliento y confianza a los ucranianos de que Washington seguirá a su lado el tiempo que sea necesario. Tercero, un mensaje a los otros países aliados de Kiev de que Estados Unidos sigue fiel a la causa ucraniana. (Y, dicho sea de paso, un mensaje al electorado estadounidense de que Biden, a pesar de su edad, está en forma para visitar la capital de un país en guerra y por tanto listo para buscar reelegirse como presidente.)

No hay duda de que Occidente actuó con arrogancia frente a Rusia en el momento del colapso del bloque comunista y que cometió algunos errores estratégicos, pero nada de ello puede justificar la guerra de alta intensidad que hoy se vive en Ucrania. Esta invasión es una manipulación del poder por parte de Putin, que busca ser presentada como un acto de justicia, pero que día con día cobra vidas y genera sufrimiento; y que ha mostrado importantes errores de cálculo, pues Kyiv no cayó rápidamente como Putin hubiese querido ni Occidente se ha dividido.

Desgraciadamente la guerra todavía va para largo. Que esta fecha en el calendario sea una ocasión para recordarnos que más allá de las implicaciones económicas y geopolíticas, mientras a la distancia y desde la comodidad seguimos el conflicto, la guerra es un sinónimo de sufrimiento, dolor y muerte.

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@B_Estefan