La estrecha relación que actualmente se observa entre los múltiples dispositivos que ofrece el mundo digital y el periodismo, ha propiciado una mayor expansión de los efectos del ejercicio periodístico. El internet y las redes sociales se han convertido en un vector paralelo y en ocasiones convergente con los medios de comunicación. Esta relación es irreversible, por lo que es necesario reflexionar sobre ello.

Los flujos informativos que circulan por internet y las redes sociales tienen magnitudes extraordinarias, aunque es preciso decir que no siempre pasan por los habituales mecanismos de edición y tematización de agendas que son inherentes a los medios de comunicación.

Actualmente se tiene el registro de que más de 3.8 billones de personas navegan por el ciberespacio. No obstante, la creciente inmersión de un mayor número de personas en el mundo digital, de acuerdo con el Informe Libertad en la Red 2019, sólo el 20% de la población mundial vive en países donde se promueve la libertad en el entorno digital.

Ante esta nueva configuración de los espacios y redes por los que circula información, el periodismo ha empezado a reaccionar, y de manera cada vez más eficiente, hace uso del potencial que le ofrece el entorno digital y el desarrollo vertiginoso de las redes sociales. Desde luego que, tomando las previsiones necesarias, para evitar que el periodismo se convierta en un simple reproductor de lo que allí se produce y circula.

En especial, la vertiente del periodismo de investigación, pese a las restricciones de diversa índole que tienden a desincentivar su ejercicio, ha identificado los desafíos que implica el desarrollo exponencial del ciberespacio, al mismo tiempo, que hace uso efectivo de las posibilidades que le ofrece el ejercicio del derecho de acceso a la información, como vía para obtener la información indispensable para documentar sus investigaciones. Se advierte una capacidad de reacción inteligente de los periodistas que realizan trabajos de investigación, ante la fuerza arrolladora y perturbadora del mundo digital.

En ese sentido, al mantener viva la verdad con sus investigaciones incómodas pero necesarias, así como la diversidad de fuentes de información a las que pueden acudir los ciudadanos, el periodismo de investigación contribuye a darle oxígeno a los regímenes democráticos, especialmente en las latitudes donde se manifiesta la más riesgosa combinación de amenazas verbales y físicas para quienes ejercen la libertad de expresión.

El periodismo de investigación es un componente esencial para garantizar la sustentabilidad de la democracia, al mismo tiempo que genera información útil para la sociedad, también contribuye a establecer la agenda de temas sensibles e importantes para la vida de un país, así como para que las autoridades correspondientes, enfrenten con documentación de primera mano, los problemas relacionados con prácticas corruptas y comportamientos de protección e impunidad que se lleguen a suscitar en las interacciones entre el entorno público y el mundo privado, que discurren en los circuitos de la ilegalidad.

En el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales ( INAI ), estamos convencidos que el periodismo de investigación es una práctica que fortalece la democracia y la rendición de cuentas. Por ello, la promoción de la reflexión y el intercambio de experiencias, entre quienes ejercen el noble, pero al mismo tiempo riesgoso oficio del periodismo, y en especial el periodismo de investigación, es una tarea esencial para contribuir a generar mejores condiciones para el ejercicio de la libertad de expresión.

En este contexto, es relevante mencionar que, del 7 al 10 de noviembre, en la sede del INAI, se desarrolló la Conferencia Latinoamericana de Periodismo de Investigación 2019 ( COLPIN ), en donde se expusieron los mejores trabajos publicados el año anterior, en prensa, radio, televisión e internet, a través de mesas de debate, conferencias y talleres.

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