En realidad no fue sorpresivo que el presidente Andrés Manuel López Obrador haya admitido ayer que ni siquiera sabía de la existencia del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), pues esa dependencia, sectorizada en la Secretaría de Gobernación, jamás ha dicho algo cuando el mandatario estigmatiza, casi a diario, y al parejo, a empresarios, funcionarios de órganos autónomos, medios de comunicación, médicos, arquitectos, mujeres... De corruptos, fifís, señoritingos y hasta pushos o blanquitos, ha calificado el Presidente a sus adversarios, sus opositores y sus críticos, sin que el Conapred haya alzado la voz o hecho algún extrañamiento. Así que la titular de este consejo Mónica Macisse, quien hoy ha de estar decepcionada del desconocimiento presidencial, quizá se preguntará si fue tan buena idea guardar sana distancia de este tipo de conductas en el gobierno. Lo que sí es urgente, es que en el país exista un órgano que no sea invisible para prevenir la discriminación.

Morena se pasa el alto

Pese a que el semáforo sanitario se encuentra en rojo, hoy Morena regresa a las conferencias de prensa presenciales. Hoy el partido en el gobierno y sus aliados realizarán una rueda de prensa en la sede del Partido del Trabajo. Nos dicen que Morena anunciará sus alianzas con los partidos afines. Así que el dirigente morenista, Alfonso Ramírez Cuéllar, decidió que aunque la luz está en rojo, el tema electoral es prioritario y no puede estar sujeto a los semáforos que impone la Secretaría de Salud. Al fin, si lo detienen por pasarse el alto, don Alfonso tiene influencias.

¿Y el PRI no va en el bloque opositor?

Nos cuentan que el planteamiento de ir en alianza parcial en 75 de 300 distritos federales en la renovación de la Cámara de Diputados que planteó el PAN al PRD y a MC, y que no incluye al PRI, dejó la imagen del tricolor como opositor un poco comprometida. Aseguran que los panistas ven a los priistas tanto en el Congreso, como en algunas gubernaturas, más cerca de Morena que de una alianza opositora. Sin embargo, explican que no se requiere de una alianza formal entre morenistas y tricolores, sino de simples negociaciones con el partido en el poder que le permitan a los priistas retener algunas gubernaturas, e incluso crecer un poco en la Cámara de Diputados y arrebatarle algunos espacios que hoy son del PAN.

Triunfos diplomáticos

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