En su participación durante la ceremonia del Desfile Cívico Militar de este 16 de septiembre, el secretario de Marina, el almirante Raymundo Pedro Morales Ángeles, pronunció un discurso en el que aceptó que la institución que encabeza había sido contaminada por la corrupción. En su potente discurso No mencionó nombres, no se refirió a nadie en particular, pero tampoco hizo falta.
¿Qué no dijo el secretario?
“Desde la Secretaría de Marina-Armada de México hemos actuado con una sola brújula: la honestidad y la transparencia”.
La realidad indica que la transparencia y honestidad no fueron bandera de la Marina durante el sexenio pasado, porque no hay que olvidar que apenas en marzo de este año —a cinco meses de asumir la presidencia el nuevo gobierno— nos enteramos de la enorme red de corrupción, la cual sirvió para construir una millonaria red de huachicol fiscal encabezada por dos altos mandos de la Semar: el vicealmirante Manuel Roberto Farías Laguna —quien ya está detenido— y su hermano, el contralmirante Fernando Farías —quien sigue prófugo—, ambos sobrinos del exsecretario de Marina, José Rafael Ojeda.
“Como la institución más querida de México, hemos trazado un rumbo a seguir. Pase lo que pase, duela lo que duela, se trate de quien se trate, porque el amor al pueblo solo puede corresponderse con el mismo sentimiento”.
Y entonces, ¿dónde está Rafael Ojeda? Durante su encargo, sus sobrinos políticos fueron colocados en los cargos más altos para que pudieran operar el contrabando de combustible. Además, hay que llamar a cuentas al expresidente, Andrés Manuel López Obrador, quien, como máximo jefe de las Fuerzas Armadas, otorgó todo el poder a la milicia que, como ya vimos, en el caso de la Marina desembocó en esta trama corrupta que incluyó “muertes circunstanciales” de quienes pudieron haber aportado datos a la investigación.
“Fue mediante un ejercicio de sabiduría, sensatez, congruencia y humildad que pusimos ante la ley, ante la conciencia y el escrutinio de las y los mexicanos, actos reprobables que no nos definen como institución, sino que podían enquistarse y quedarse para dañar a nuestro pueblo. Fue muy duro aceptarlo, pero hubiera sido mucho más —y absolutamente imperdonable— callarlo”.
En realidad, quien denunció la corrupción fue el contralmirante Fernando Rubén Guerrero Alcántar, quien en junio de 2024 le entregó una carta a Rafael Ojeda. Meses después, en octubre, lo mataron. Fue ese marino quien decidió no callar, pero fue silenciado.
“Así, el mal tuvo un fin determinante: en la Marina no encontró lugar ni abrigo. Fuimos nosotros mismos quienes dimos el golpe de timón”.
Muy revelador, pues el golpe de timón se dio en este sexenio. Sin decirlo, se entiende que los mares tormentosos los enfrentaron con López Obrador, cuando la Marina fue corrompida, solapada y alimentada con todo lo necesario para desfalcar al pueblo, como los gobiernos morenistas suelen referirse al ciudadano.
“Jamás fue para nosotros opción el disimulo, porque el silencio no nos define”.
En el pasado reciente sí, pues callaron durante años, mataron o se suicidaron marinos, escapó uno de los sobrinos de Ojeda y permitieron que López Obrador —quien una vez dijo: “Nada de que el presidente no sabía, no se enteraba, lo engañaban, eso es falso. El presidente de México está informado de todo lo que sucede”— se escondiera.
“La verdad, en cambio, nos fortalece; la justicia nos determina y la verdad nos sustenta”.
Ojalá que así sea.
La corrupción en la Marina no muere con este discurso. Si hoy se enarbola la bandera de la transparencia, es porque antes se navegó en la opacidad. Y si se habla de justicia, habrá que empezar por llamar a cuentas a quienes, desde el poder, permitieron que la institución más querida y respetada de México se hundiera en las aguas turbias de la complicidad.
Las palabras del secretario de Marina muestran un compromiso en la lucha contra la corrupción. Ojalá que tope donde tiene que topar. Todos sabemos dónde.
Aún falta por ejecutar cerca de 200 órdenes de aprehensión por este caso, según dijo el propio fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero —quien, por cierto, ha incumplido su compromiso de esclarecer casos como el del Rancho Izaguirre o el asesinato de Héctor Melesio Cuén en Sinaloa, solo por dar dos ejemplos—. Tal vez finalmente honre su puesto.
@azucenau

