Por: Assenet Lavalle Arenas

Hace un tiempo estuve presente en el Urban Thinkers Campus sobre agua y saneamiento para superar la inequidad en América Latina, organizado por Hábitat para la Humanidad Internacional. Interesante y grato encontrar no solo a directoras de diversas entidades del continente, especialistas y consultoras, sino también a mujeres líderes comunitarias que trabajan activamente en sus localidades. Resultó inspiradora la participación de Rocío Vera, presidenta de la junta de saneamiento de Sueño y Esperanza, un asentamiento precario de Capiatá, en el área metropolitana de Asunción. Rocío, con sus vecinos y en alianza con Hábitat Paraguay se organizan y ponen en marcha acciones para vencer las barreras de su acceso al agua y al saneamiento.

Se ha reconocido que las mujeres y las niñas de las comunidades pobres son las más afectadas por los obstáculos que representan la disponibilidad del agua día a día, pues comúnmente son las encargadas de las labores de acarreo y uso del agua para sus familias. Kim, M., para el BID Invest (2020) afirma que es por esta razón que “las mujeres pueden desempeñar un papel clave en la implementación de soluciones innovadoras, que estén en sintonía con las necesidades y preferencias de las comunidades más vulnerables. Esto puede tener un impacto positivo no sólo en las zonas urbanas menos favorecidas, sino en la forma en que opera el sector (…) Este enfoque, centrado en el usuario, reconoce la importancia de la participación femenina en la provisión de agua y su utilidad, no solo para refinar el diseño y la gestión de los proyectos, sino también para incrementar la disposición de los consumidores a pagar por el servicio”.

Existen más ventajas de la participación de las mujeres en la gestión del agua. Thompson, K., O´Dell, K., Syed, S., Kemp, H. (2017), en un artículo para Deloitte, señalan que cuando los hombres y las mujeres están igualmente involucrados en el diseño y la operación de los sistemas de agua, se logran mejoras significativas en la gobernabilidad, la transparencia y la sostenibilidad. Por ejemplo, en más de 120 proyectos de agua que incluyeron la participación de mujeres durante la fase de diseño, la efectividad fue 6 a 7 veces mayor que en proyectos que sólo incluían hombres. Las mujeres, sin duda, hacemos comunidad. No obstante, la participación femenina representa menos del 17% de la mano de obra de agua y saneamiento y apenas un mínimo aporte del personal a cargo de la gestión y la especialización técnica. Falta mucho por hacer para reducir la brecha de género en el abastecimiento y el saneamiento, así como para garantizar el acceso a funciones clave, como ingenieras, gestoras y administradoras de servicios públicos.

Ante la vasta información sobre el acceso al agua en el mundo, pero al mismo tiempo escasos datos desagregados por género, Monje, A., Nuñez A., Subiza, D., para el BID (2016) elaboraron la infografía “¿Tiene género el agua?”, en la que señalan, por ejemplo, que mujeres y niños dedican diariamente más de 125 millones de horas a recolectar agua en recipientes que pueden llegar a pesar hasta 20 kg. Para combatir las desigualdades, tenemos que empezar por medir la dimensión del problema.

Una interesante iniciativa de agua y saneamiento en la escala de la vivienda, con enfoque comunitario y de género es el que desarrolla Hábitat para la Humanidad México en la Costa de Chiapas (2021).

Bibliografía:

Hábitat para la Humanidad México (2021). Agua y saneamiento en la Costa de Chiapas (video).

Kim, M. (2020). Agua, mujeres y APP: Un potencial no aprovechado. BID Invest.

Monje, A., Nuñez A., Subiza, D. (2016). ¿Tiene género el agua? Infografía. BID.

Thompson, K., O´Dell, K., Syed, S., Kemp, H. (2017). Thirsty for change. The untapped potential of women in urban water management. Deloitte Insights.

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