Por Rubén Núñez Alcaraz

La Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) integrada por la Ciudad de México, Estado de México e Hidalgo, es un área con una infraestructura ferroviaria que históricamente ha sido un medio de transporte eficiente y respetuoso con el medio ambiente. A medida que el siglo XX avanzaba, esta infraestructura fue abandonada debido a la expansión de carreteras y problemas administrativos (Juárez, 2019). Aunado a ello, el crecimiento demográfico en los últimos 30 años aumentó a 8.1 millones de habitantes, albergando hoy en día más de 22 millones (INEGI, 2020), este incremento ha traído consigo un desafío alarmante: la movilidad urbana.

Hoy en día, la ZMVM se encuentra en una encrucijada. Enfrenta problemas sociales, económicos y ambientales que afectan a diario, y una infraestructura férrea de más de 1,000 kilómetros para solventar muchos de ellos (Atlas Nacional de Riesgos CENAPRED, 2015). La revitalización de esta infraestructura como un sistema de transporte público integral, no solo reduciría la congestión vehicular, sino que también ayudaría a mejorar la calidad del aire y a promover una movilidad más accesible y sustentable.

El Tren Suburbano y el más reciente, El Insurgente son claros ejemplos, construidos por la administración pública junto con la iniciativa privada, sobre vías férreas existentes, permiten la movilidad masiva de personas desde el Estado de México (EDOMEX) hasta las zonas centrales de la Ciudad de México (CDMX).

El sistema ferroviario puede absorber una parte significativa de la carga de transporte de pasajeros y carga, reduciendo las emisiones de gases contaminantes y contribuyendo a la salud pública. La inversión en este sistema generaría empleos y estimularía la economía local, además de fortalecer las conexiones comerciales en la región.

Esta propuesta de movilidad no está exenta de desafíos, el paso de esta gran infraestructura divide áreas urbanas e impide la permeabilidad de una ciudad, sin embargo, las vías férreas de la ZMVM llegan a las periferias de la CDMX, con la opción de que conecten fácilmente con los Centros de Transferencia Modal (CETRAM), permitiendo así la conectividad urbana.

Bien es sabido que un gran número de ciudadanos que laboran en la CDMX, radican en el EDOMEX, haciendo recorridos extremadamente largos de hasta 4 horas, desde sus hogares hasta sus áreas de trabajo. Para que este proyecto de movilidad sea una realidad, es fundamental el compromiso a largo plazo de todos los actores involucrados, desde el gobierno hasta la sociedad civil y el sector privado.

La rehabilitación de la infraestructura ferroviaria representa una oportunidad única para dar frente a los desafíos de movilidad, congestionamiento y sostenibilidad ambiental que enfrenta esta región. Si se abraza con visión y compromiso, este proyecto puede ser el catalizador de un futuro más prometedor y equitativo para todos los habitantes, en especial para los más vulnerables. Es hora de volver a encarrilar nuestro futuro.

Bibliografía:

  • Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2020). Censos de Población y Vivienda 2020. Aguascalientes, México.
  • Patricio Juárez Lucas (2019). Ferrocarriles y revolución. 1910-1915: guerra, movilidad y vida cotidiana. Mirada Ferroviaria, Ciudad de México, México.
  • Centro Nacional de Prevención de Desastres (2020). Atlas Nacional de Riesgos, Gobierno de México, Ciudad de México, México.
  • Secretaría de Movilidad (2019). Programa Integral de Movilidad de la Ciudad de México 2019 – 2024. Gobierno de la Ciudad de México, Ciudad de México, México.

Estudiante de la Maestría en Proyectos para el Desarrollo Urbano

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