El mercado de coches eléctricos se encuentra en efervescencia. El 10 de noviembre, Rivian, un fabricante de pick-ups eléctricas, respaldado por alianzas con Ford y Amazon, realizó su oferta pública inicial para levantar cerca de 12 mil millones de dólares con el objetivo de continuar fondeando sus operaciones.

Rivian se une así a la fiesta eléctrica que encabeza Tesla y en la que también están invitadas Lucid Motors y Nio. Tesla es, por mucho, el fabricante de autos más valioso del mundo, con una capitalización de 1.1 billones de dólares. En un lejano segundo lugar se encuentra Toyota, cuyo valor de mercado es de aproximadamente 257 mil millones de dólares.

Al momento de escribir estas líneas, Rivian tenía una valoración de mercado de 104 mil millones de dólares, mayor a la de General Motors o Ford, pero habiendo producido sólo 156 vehículos, la mayoría de los cuales fueron vendidos entre sus empleados. Lucid Motors, por su parte, estaba valorada en 90 mil millones de dólares, sin haber registrado aún venta alguna. ¿Qué está pasando en los mercados? ¿Se trata de una burbuja, una moda temporal? ¿O realmente se trata de empresas con un modelo de negocios sustentable y probado?

Si bien los primeros años de Tesla fueron complicados en términos de resultados financieros, su desempeño en los dos últimos ha sido impresionante. De ser una empresa que reportaba pérdidas, desde 2019 sus utilidades operativas han sido positivas y hoy representan un saludable 23% con respecto a sus ventas, a pesar de los problemas de suministro de semiconductores presente en la industria. La promesa de 2016 de producir 500 mil vehículos al año finalmente se ha materializado y, no sólo eso, sino que su capacidad de producción va camino a duplicarse. De cerrar el año con ventas de 50 mil millones de dólares, su valor de capitalización sería de aproximadamente veinte veces sus ventas anuales.

Para muchos analistas, se trata de una empresa sobrevalorada por el mercado. Para otros, esto es resultado de un gran optimismo sobre el futuro de la empresa. Sólo como referencia, las llamadas compañías tradicionales del sector como Toyota, Volkswagen o BMW tienen un múltiplo de valor de capitalización sobre ventas de entre uno y dos, lo cual muestra una mucha mayor congruencia entre sus capacidades y la percepción del mercado.

Pero el caso de Rivian o Lucid es interesante. Si tomamos como referencia la ratio valor de capitalización sobre ventas, este indicador se dispararía pues sus ingresos han sido prácticamente de cero y, por el contrario, ambas han sido máquinas para quemar efectivo. Sin embargo, los inversionistas (excluyendo a los vendedores en corto) están mirando a largo plazo. Rivian tiene pedidos por más de 50 mil vehículos que deben ser entregados antes de 2023. Lucid, por su parte, ha declarado que tiene más de 10 mil reservaciones de su aclamado modelo Air, cuyo rango de autonomía puede llegar a casi 800 kilómetros.

Por supuesto, en ambos casos se trata solamente de promesas de entrega y el gran reto por delante para Rivian y Lucid Motors será demostrar que son capaces de producir autos de manera rentable y escalando producción a una velocidad mayor que lo hizo Tesla.

Fuera de las capacidades que estas empresas tendrán que desarrollar, analistas coinciden en que, por un lado, hay una gran cantidad de inversionistas atraídos por la temática de los autos eléctricos y que apuestan por estas empresas ante el llamado “miedo a quedar fuera”. Por otro lado, y ante la amenaza del cambio climático, veremos en los próximos años una mayor cantidad de políticas públicas (muchas de ellas en la forma de incentivos) que buscarán favorecer la transición hacia el vehículo eléctrico.

En cualquier caso, la batalla por la electrificación apenas ha empezado y seguramente las empresas automotrices tradicionales tendrán algo que decir al respecto.

Profesor del área de Dirección de Operaciones de IPADE Business School

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