Por SANTIAGO AGUILERA
El 2025 se encuentra en su recta final, y con estos últimos meses, llegan a su fin los plazos que muchas compañías plantearon para revisar los avances en sus estrategias de sostenibilidad.
Estamos cerrando la línea que divide en dos mitades esta década y ahora nos sentimos más próximos al 2030, esa fecha en que compañías y organizaciones hemos fijado metas de largo aliento. Estamos también a unas semanas de que suceda la COP30, que marca un aniversario importante, la 30 edición de un espacio de diálogo para abordar el urgente tema climático.
Justo en el marco del Día Internacional Contra el Cambio Climático, que se conmemora este 24 de octubre, vale la pena reflexionar sobre la importancia de que los sectores productivos y otros actores inmersos en la dinámica económica muestren avances y refuercen metas que se traducen en trabajo activo para alcanzar un futuro más sostenible.
Esto se vuelve especialmente relevante en un contexto donde consumidores, grupos de interés, inversionistas, colaboradores y otras audiencias comienzan a preguntarse si todas estas metas se quedarán solo en promesas o qué acciones se tomarán para sí alcanzar los objetivos trazados.
De acuerdo con el informe “Sustainability Signals 2025” de la firma consultora Deloitte, actualmente solo el 38% de colaboradores encuestados a nivel global considera que su compañía está comprometida con combatir el Cambio Climático, siete puntos por debajo del porcentaje registrado en 2021.
En América Latina particularmente, pasar de las palabras a la acción para promover cadenas de valor más sostenibles e innovadoras con el medio ambiente es un tema prioritario. La región enfrenta desafíos crecientes en materia social y ambiental, impulsados en gran medida por los fenómenos meteorológicos, climáticos e hidrológicos que se han producido derivados del aumento en temperaturas a nivel global.
En este camino, una alternativa para que las organizaciones puedan lograr un impacto medible, particularmente para aquellas con presencia global, está en buscar un equilibrio entre los esfuerzos mundiales y las operaciones locales para lograr que estos tengan un mayor impacto.
Impulsar una visión “Primero Local” donde cada unidad de negocio tiene la responsabilidad y el compromiso de hacer lo que más tenga sentido en su geografía se traduce en esfuerzos mucho más significativos, con objetivos de impacto integral que nos permiten mover la aguja en las áreas donde podemos marcar la mayor diferencia.
En la compañía en la que trabajo esta visión la vivimos en todos nuestros procesos, desde el día a día de nuestros colaboradores, hasta nuestros procesos de producción, donde nuestra apuesta está en hacer snacks de la manera correcta, y lograr que nuestros productos marquen una diferencia positiva en las comunidades y el planeta.
La perspectiva “Primero Local” nos ha permitido trazar una hoja de ruta clara basada en los principios de “eliminar, sustituir, reutilizar y reciclar” de la economía circular, que va en línea con nuestras operaciones en México y con la que hemos logrado reducir progresivamente la intensidad de carbono de nuestras operaciones y mitigar nuestro impacto en el Cambio Climático.
Cuando hablo de eliminar o reducir, quiero decir que trabajamos para que todas nuestras plantas sean más eficientes, invirtiendo continuamente en sistemas avanzados de gestión y eficiencia que nos permitan impulsar la circularidad en todos nuestros procesos, como la alianza que mantenemos desde 2011 con CHEP, empresa de soluciones de logística sostenible con la que logramos una cadena de distribución que utiliza tarimas de transporte sostenibles que nos han permitido mitigar emisiones de CO2 equivalentes a preservar más de 22 mil 284 árboles al año.
Demostrar el compromiso con crear una incidencia real, respaldada por acciones más que por palabras, es importante también porque los consumidores hoy buscan compañías que se alineen con su forma de pensar. Tan solo en el estudio State of Snacking 2024 señala que el 69% de los consumidores prefiere un snack que esté hecho de forma sostenible.
Con el 2025 en su recta final y el 2030 a la vuelta de la esquina, nos encontramos frente a una oportunidad para replantear y priorizar el impulso a cambios transformadores y duraderos, y crear el impacto real que la industria ha prometido para el planeta.
Santiago Aguilera, director senior de Asuntos Corporativos y de Gobierno de Mondelēz International para México y Latinoamérica.

