Por José Ángel Díaz Rebolledo
La semana pasada, la Universidad Anáhuac México fue sede del foro “Alojamiento temporal y turismo del futuro: Innovación, regulación y sostenibilidad”. Un diálogo intersectorial que reunió a autoridades, sector privado, academia y una gran comunidad de estudiantes para hablar de un tema que lleva años creciendo en volumen, pero no siempre en claridad, el futuro del alojamiento temporal y su papel en el turismo mexicano.
No exagero al decir que este primer encuentro, organizado de forma conjunta por la Escuela de Posgrado de la Escuela Superior de Turismo del Instituto Politécnico Nacional y la Facultad de Turismo y Gastronomía de la Universidad Anáhuac México, era necesario. Desde hace tiempo hemos visto crecer las opiniones diversas de cómo deberían manejarse, regularse y fortalecerse las actividades turísticas. Existe un ambiente de debate en el sector y lograr convocar desde la academia a los actores más relevantes de la industria era indispensable. No necesariamente porque se intentara resolverlo todo en una mañana, sino porque hacía falta un punto de encuentro en donde las ideas pudieran escucharse sin prisa y sin filtros, un espacio donde el diagnóstico técnico, la experiencia de campo y la mirada formativa de los estudiantes estuvieran reunidos de manera natural.
Lo que más valoro de este tipo de ejercicios es la posibilidad de poner sobre la mesa aquello que suele quedar inconcluso, las expectativas de los destinos turísticos, la innegable evolución de los viajeros, el papel de la tecnología y los desafíos regulatorios que acompañan cualquier cambio profundo en la industria. Cuando estas piezas se analizan de forma aislada, el tema se vuelve confuso. Pero cuando se observan juntas, como ocurrió en el foro, aparece una imagen más completa y manejable de cómo debería verse el futuro del turismo.
También fue evidente que el turismo vive un momento de ajustes. No necesariamente turbulentos, pero sí significativos. Las formas de viajar han cambiado, las ciudades se transforman y los modelos de hospedaje evolucionan con la velocidad natural de los mercados contemporáneos. Frente a ello, la pregunta no es si debemos adaptarnos, sino cómo hacerlo de forma ordenada, equitativa y con una visión de largo plazo. Esa conversación, dicho sea de paso, sólo puede darse si todos los actores son parte del proceso.
Desde la academia, nuestro papel es tender los puentes y ofrecer claridad en medio de la complejidad. Ver a las y los estudiantes, investigadores y profesionales del sector compartir el mismo espacio con apertura y curiosidad es una de las señales más alentadoras del foro. El turismo necesita adaptarse justamente a eso. A un pensamiento crítico, al diálogo informado y una comprensión profunda de lo que ocurre en el territorio y en los mercados.
Aprovecho este espacio para agradecer a los ponentes y conferencistas, cuya participación aportó claridad, contexto y matices indispensables para comprender el momento que vive el sector. Su disposición a compartir experiencias, datos y perspectivas fortaleció de manera sustantiva este ejercicio académico. Extiendo también mi reconocimiento a la comunidad estudiantil de alumnos y profesores de ambas instituciones académicas que nos acompañaron, ya que su compromiso, preguntas y entusiasmo confirmaron que la innovación turística en México sólo puede construirse colectivamente, con apertura y visión hacia el futuro.
Me quedo con la impresión de que este encuentro no fue un punto final, sino un punto de partida. Una oportunidad para seguir afinando las preguntas que importan y para construir, con paciencia y rigor, una visión común sobre el futuro del turismo en México. Un futuro que, más que anticiparlo, debemos trabajar y discutir colectivamente.
Director de la Facultad de Turismo y Gastronomía de la Universidad Anáhuac México

