Por Pablo Lazo Elizondo

A pocos meses de inaugurarse la utopía en el antiguo sitio del Parián en Coyoacán, la decepción sobre lo que vendrá es evidente. Este proyecto forma parte del ambicioso plan de Clara Brugada, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, de construir 100 Utopías en toda la ciudad.

Si bien el modelo se basa en el “éxito” de las utopías previas en Iztapalapa, aquellas fueron doce según datos oficiales. . Esto significa que la escala y las condiciones de otras alcaldías son muy distintas, y replicar el esquema sin adaptarlo a cada contexto puede ser problemático.

En el caso del Parián en Coyoacán, la definición del proyecto y las actividades ha sido poco transparente. Durante la administración anterior, el sitio funcionó como un “Pilar” durante apenas siete meses y tuvo muy poca aceptación vecinal. Según críticos, el rechazo principal fue que los servicios ofrecidos no respondían a las verdaderas necesidades locales, lo cual contradice el propósito fundacional de los pilares.

La utopía proyectada pretende darle un nuevo rostro al edificio existente, sin modificarlo sustancialmente. Una estructura de más de cuarenta años será reacondicionada para ofrecer espacios deportivos, culturales, educativos y recreativos. Es una reconversión más que una transformación profunda, muy diferente a lo que ocurrió con muchas utopías en Iztapalapa.

El punto más delicado es la falta de consideración de la relación con el Hospital de la Ceguera, ubicado justo al costado del Parían. Esa proximidad podría haber sido una oportunidad para generar sinergias valiosas, tanto para los vecinos como para los pacientes y el personal del hospital, que tienen una fuerte presencia en la vida diaria del barrio.

De hecho, en 2021 una firma de diseño urbano del barrio de San Lucas presentó una alternativa más ambiciosa: mediante financiamiento mixto, propuso crear un espacio público abierto con huertos urbanos, zonas recreativas, 50 viviendas de interés social y un área ampliada para atención preventiva vinculada al Hospital de la Ceguera. Esa propuesta respondía directamente a las demandas comunitarias: convivencia social, mejores servicios para personas con discapacidad visual y actividades culturales cercanas.

El éxito de las utopías en Iztapalapa se debe, según su propio discurso, a que dotaban de servicios inexistentes para la comunidad más cercana. En su anuncio oficial, el gobierno capitalino explicó que las nuevas instalaciones ofrecen actividades gratuitas: albercas, centros de cuidado infantil, canchas deportivas, talleres culturales, entre otros.

No obstante, al aplicar el mismo modelo en toda la ciudad, hay riesgo de ignorar las realidades locales. Por ejemplo, la utopía prevista en Aragón (Deportivo Galeana) no enfrenta las mismas carencias que la del Parían en Coyoacán. y sin embargo los programas de uso son muy semejantes.

De las 16 primeras utopías anunciadas para 2025 (una por alcaldía), los programas de uso son muy similares entre sí: albercas, auditorios, espacios culturales, centros de rehabilitación, centros de cuidado infantil, entre otros. Esta homogeneidad puede hacer que el discurso de “utopía” se convierta en un disfraz: en lugar de atender aquello que es realmente necesario en cada colonia, se construye algo simbólico, poco diferenciado.

Justamente para el Parían existe el riesgo de un choque entre los usuarios de la utopía y los de hospital. Si no hay una estrategia de integración, se puede generar caos ante la proximidad física de un elevado numero de visitantes y los mas de 400 pacientes al dia del hospital. Algunos críticos consideran que se está “construyendo por construir”, sin un verdadero diagnóstico territorial ni una consulta comunitaria exhaustiva.

En su programa de gobierno para 2024–2030, Clara Brugada plantea que las utopías deben responder a las condiciones específicas de cada territorio: ambientales, de género, rurales, de bienestar, con infraestructura educativa, de salud, de cuidado, etc. Sin embargo, en la práctica, la oferta proyectada para muchas utopías —incluida la del Parían— parece poco diferenciada y poco adaptada al contexto real.

La utopía del Parián —y tal vez otras de las propuestas— corre un riesgo significativo de fracasar por desconexión con las necesidades locales reales. Lo que se presenta como regeneración social podría terminar siendo una remodelación superficial de una instalación semiabandonada, en una zona de Coyoacán donde ya existen espacios similares. Si no se retoman las propuestas comunitarias y se integran instituciones clave como el Hospital de la Ceguera, el proyecto podría no solo desaprovechar una oportunidad, sino generar más fricción que bienestar.

Arquitecto y urbanista

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