Es muy posible que nos estemos enfrentando a la peor crisis económica de la que tengamos memoria en los últimos 100 años. Aunque en las pasadas crisis hemos vivido fases de recuperación relativamente rápidas -ya que duraron entre uno y un año y medio- en el contexto que impera actualmente, lo más seguro es que la recuperación llegue muy lentamente pues recordemos que desde 2018 nuestra economía ya presentaba signos de estancamiento.

Y ya que hablamos de momentos de crisis y de lo sucedido en el pasado, vale la pena recordar el manejo inapropiado que se hizo ante ellas en las décadas de los 70s, 80s y 90s, al grado que la situación obligó al gobierno a tomar decisiones que ocasionaron la caída en la producción el empleo, el aumento de los precios, de la tasa de interés y el tipo de cambio.

La situación que hoy vivimos no es tan diferente de aquellas crisis. Si bien es cierto que el Covid-19 es uno de los factores que llevaron a que el gobierno tomara la decisión de llevar a cabo una parálisis de la economía con el fin de proteger la salud pública, también es cierto que las políticas públicas de apoyo para salir de la crisis han sido insuficientes para amortiguar la caída en el consumo y la producción. Ante la fuerte caída de las actividades económicas, el cierre de empresas, la parálisis de los negocios locales y el desempleo, la salida por la que se optó fue levantar parcialmente el programa de confinamiento a principios del mes de junio, con el objetivo de reactivar la economía, pero sacrificando con ello el aislamiento generalizado y abriendo el riesgo a que aumentaran los contagios y las muertes por el virus SARS-Cov-2.

Ante este escenario, es importante preguntarse cuáles han sido los resultados económicos. De acuerdo con información proporcionada por el Inegi, en el periodo de abril a julio se registró un aumento de 151% en las ventas al menudeo de vehículos pesados. La misma tendencia se presentó en ventas al mayoreo, con un porcentaje de aumento de 187%.

A pesar de que se tuvo una caída muy fuerte en los meses de abril y mayo en la producción industrial, en junio tuvo un repunte de 17.9% respecto a mayo. Sobresalen la industria manufacturera, con un repunte de 26.7%, y la construcción, con 17.5%. En cuanto al crecimiento económico, de acuerdo con el Banco de México, lo más difícil ya pasó. En los siguientes meses, aunque el PIB seguirá creciendo a tasas negativas, se espera que para el último trimestre de este año sea de -6.08%

En cuanto al comercio exterior, también se presentó un incremento. De abril a junio las exportaciones crecieron 41.4%, mientras que las importaciones aumentaron a un ritmo de 4%, dando por resultado un superávit comercial de 5 mil 546.7 millones de dólares en junio de este año (Inegi).

Desafortunadamente, observamos que la tasa de inflación mensual se ha incrementado de mayo a julio, al pasar de 0.33% a 0.66%. Por fortuna, la tasa de interés del mercado ha venido a la baja. De estar en 6.39% el 2 de abril a 4.48% el 13 de agosto. Finalmente, en el caso del tipo de cambio, desde que inició el periodo de confinamiento nuestra moneda se ha apreciado ligeramente. Pasó de 24 pesos por un dólar el 20 marzo, a un nivel 22 pesos por dólar ahora.

Académico de la Universidad del Valle de México, Campus Lomas Verdes

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