El impacto más grande del Covid-19 en la economía es en la tendencia hacia abajo de los componentes de la demanda agregada (producto interno bruto). En primer lugar, tenemos el consumo privado o de los hogares, que representa el componente más importante, ya que aporta 52% del PIB. Desde el tercer y cuarto trimestre del año pasado viene presentando tasas de 0.5% y 0.0%, respectivamente, y por lo que estamos viviendo seguramente la tendencia es tener tasas negativas a fines de este año.

Y qué decir del consumo del gobierno (gasto e inversión pública), que en todo el año tuvo tasas negativas de hasta 2.6% en el segundo trimestre, causadas en parte por la política de austeridad republicana de recorte en el gasto corriente y del capital, prácticamente desde que inició el sexenio del actual gobierno.

Y, como era de esperarse, la inversión privada ha sido el rubro más castigado, también con tasas negativas, pero más profundas que la del consumo, de hasta 6.4%. Esto sobre todo en el tercer trimestre de 2019 debido a la incertidumbre jurídica para la inversión, la suspensión de proyectos en curso y la cancelación de proyectos de infraestructura y de energía.

El menos afectado es el comercio exterior, aunque ya presenta signos de debilidad (caída de 2.7% de las exportaciones de bienes y servicios en el último trimestre del año pasado), resultado por un lado de la incertidumbre por la negociación y firma del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y, por el otro, de la caída de las exportaciones de petróleo.

Nos salva un poco el aumento en las remesas en marzo de casi 50% respecto a enero de este año y las reservas internacionales que se han mantenido estables.

Ante esta situación, el gobierno tendrá que reconsiderar la postura actual sobre las políticas de rescate financiero y económico como las que se tuvieron en el pasado para privilegiar a los empresarios; si bien estaban colmadas de corrupción y de malos manejos, la coyuntura de hoy es diferente respecto a aquel entonces, ya que los déficits públicos y la inflación fueron en parte responsabilidad del Banco de México.

No se trata únicamente de tener un Fobaproa de los pobres, porque en la lógica capitalista apoyar a los que generan empleo es muy importante para regresar al crecimiento económico, pero no por la vía de facilitarles el dinero público, sino de otorgarles facilidades fiscales y de crédito para invertir.

Académico de la Universidad del Valle de México,
Campus Lomas Verdes

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