La paz universal sólo puede fundarse sobre la base de la justicia social. La injusticia, la miseria y las privaciones engendran el descontento haciendo peligrar la paz y la armonía universal (Tratado de Versalles, 1919). Sí antes de la Primera Guerra Mundial, se hubieran pagado mejores salarios, la humanidad se hubiera ahorrado la revolución socialista de 1917, y las series de guerras y privaciones que después le siguieron. En México igualmente, si no hubiera existido la tienda de raya y, si las haciendas al igual que las minas, hubieran pagado mejores salarios, no hubiera ocurrido la Revolución Mexicana. Otras muchas revueltas sociales y revoluciones en el mundo no hubieran existido si se hubiera pagado un “poquito” mejor a los trabajadores y otro sería el mundo. Es difícil suponer un estado peor al vivido por la humanidad de guerras y crímenes si, en algún momento los trabajadores del mundo hubieran recibido mejores salarios a los prevalecientes en toda la historia pasada. En el momento actual, el país se encuentra acorralado por la violencia y la delincuencia organizada. Ya son tres los gobiernos, cada uno proveniente de diferente partido político, desde la derecha extrema hasta la izquierda intolerante, PAN, PRI y MORENA y, después de 18 años no sólo no se ha logrado resolver el conflicto, sino que estamos peor que al principio, incluso el mismo gobierno en la escalada de violencia también ha perpetrado “crímenes de Estado”. No se trata sólo de detener culpables, sino garantizar que no vuelvan a ocurrir tales actos crímenes y violentos con la misma magnitud. Si en un lado colocamos el costo económico, político y social que implica continuar con el mismo estado de cosas de desempleo, empobrecimiento, estancamiento económico y la delincuencia y el crimen, mientras por el otro se coloca el aumento de los salarios, no sólo porque éste favorece el crecimiento por el aumento del consumo que provoca, sino porque es una alternativa eficiente para contrarrestar el crimen y la delincuencia organizada. Algunos estudios le atribuyen a la delincuencia generar la 5a parte de los empleos en el país o tal vez más, considerando la cantidad de muertes, fosas clandestinas y los pocos arrestos realizados. Elevar los salarios haría que gran número de personas abandonen la delincuencia, pues encontrarían otra forma de ingreso altamente lucrativa y sin el riesgo que implicado en el crimen. Al salario mínimo actual de aproximadamente 207 pesos por día, se le podría agregar un cero, alcanzando 2070 pesos al día, que a 18 pesos por dólar, quedaría un salario mínimo de 115 dólares por día, lo cual todavía está por debajo del sueldo mínimo americano de aproximadamente 15 dólares por hora o 120 dólares al día. Se podría suponer que lo anterior es imposible, pues por su tamaño, aproximadamente sólo 2% del total de empresas en el país podrían pagar el incremento del salario. El Estado puede pagar el incremento salarial por un periodo de 6 meses, después de ese tiempo, todas las empresas sin importar su tamaño habrán ganado tanto dinero que les sería posible cubrir el nuevo costo salarial y hasta más. No es cierto que el aumento de los salarios provoca mayor inflación, ese es un argumento utilizado para desarmar las demandas por mejores salarios, más bien el aumento de salarios reduce los precios, lo que causa la inflación es el aumento de la tasa de interés no de los salarios porque estos últimos obligan a los empresarios a tecnificar y utilizar mejores métodos de producción para poder producir con salarios más altos. El uso de mejores métodos de trabajo eleva la producción por encima del aumento de los salarios, lo cual reduce tanto los costos por unidad producida como los precios en general.

No importa si el gobierno es de derecha o de izquierda, la falta de dinero lo convierte en un Estado débil con mínima o nula capacidad para atender los problemas sociales, fomentar el crecimiento y cubrir las necesidades esenciales de educación, salud y otras más, además de que lo somete a intereses externos e internos. Esto no quiere decir que un gobierno fuerte deba elevar impuestos porque entonces es menor su aprobación. Un gobierno es fuerte sólo cuando se apoya en un crecimiento elevado y generación de empleos suficientemente remunerados, no hay otro camino por el cual el Estado pueda recaudar mayores impuestos. Una sociedad empobrecida hace un gobierno pobre pero un gobierno rico no convierte a la sociedad en rica, sólo la remuneración suficiente de los trabajadores favorece el crecimiento y la recaudación del gobierno. El gasto público no crea riqueza, lo único que la crea es el trabajo humano y es mayor la capacidad para crear riqueza cuando más alto es el salario porque este se combina con mayor conocimiento y uso de mejor tecnología, en cambio, un salario bajo se combina con tecnología más rudimentaria y por tanto con menor generación de valor y de riqueza. Las fuentes de ingreso del gobierno son los impuestos, cobro de derechos y de concesiones, la deuda pública y la emisión de dinero del Banco Central. Los impuestos no pueden aumentar más que el ingreso, son impopulares y disminuyen al bajar el crecimiento o con el estancamiento; la deuda igualmente tiene límites; en cambio, la emisión monetaria es un instrumento valioso del gobierno. La teoría económica tiene un pánico religioso de elevar la oferta de dinero para financiar al Estado, bajo pretexto de que ello elevaría la inflación, no obstante, pese al control de la oferta de dinero, la inflación continua, no ha logrado ser eliminada o controlada, por lo que no es del todo cierto el temor de que la inflación crece a causa de la mayor emisión monetaria. El gobierno debe recuperar la emisión monetaria del Banco Central para romper el estrecho financiamiento de los impuestos y de la deuda pública. Con emisión monetaria el gobierno financió gran parte de la expansión económica del país durante 65 años, desde la creación del Banco de México en 1925, hasta 1994 cuando se decretó su autonomía y desde entonces, el país inició la tendencia de cada vez menor crecimiento, inflación, empobrecimiento, delincuencia y violencia. Hay que elegir por tanto lo que mejor pueda solucionar la prolongada guerra contra la delincuencia. Continuar metiendo más soldados en las calles con cada vez más pobres o simplemente elevar el salario.

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