Prepárese, viene lo mejor del sexenio. Una vez completada la misión, y ya resueltos los problemas importantes del país, ahora sí, a gozar.

Que venga Bad Bunny al zócalo, que regresen el Grupo Firme y los Tigres del Norte, hay que celebrar que la Cuarta Transformación ha cumplido con las promesas realizadas en 2018 y aunque aún faltan dos años de gobierno, lo importante ya está resuelto, y es necesario pagar al pueblo con algo de alegría.

Se prometió acabar con la violencia y pacificar el país y se cumplió; se prometió un nuevo sistema educativo y hoy somos casi una potencia mundial en la materia, mucho mejor que en Corea del Sur. Y qué decir de nuestro flamante sistema de salud, con cero desabasto de medicamentos y con una atención similar a la que se brinda en Dinamarca y los países nórdicos, otra promesa cumplida.

Con ese promedio de compromisos cumplidos, bien vale la pena que los dos últimos años que le quedan a este gobierno se dedique tiempo para la distracción, no todo es trabajo y cumplir compromisos. El pueblo también necesita momentos para gozar de algunos placeres y qué mejor que una de las bellas artes: la música.

Un sexenio Bad Bunny
Un sexenio Bad Bunny

Desde luego, quedan por ahí algunos detalles menores por arreglar, como el hecho de que aún hay miles de homicidios dolosos cada mes y cientos de feminicidios o que grupos de la delincuencia organizada tienen el control de varios territorios a lo largo y ancho del país, pero, salvo esas minucias, se puede decir que hoy México es una nación segura, sin violencia. La política de abrazos y no balazos ha funcionado. El gobierno ha cumplido, no ha molestado ni ha hecho enojar a los criminales quienes trafican, siembran o cocinan sus drogas en el país y luego las exportan a Estados Unidos y Europa. Todos felices, contentos y a ritmo de reguetón.

Claro que en el camino algunas de esas drogas se quedan en México, y que los carteles realizan cruentas peleas por el mercado del narcomenudeo en el país, pero eso ya pasará pues los padres y abuelos de los jóvenes que consumen drogas o trabajan para los carteles reprenderán a los muchachos, a punta de chanclazos.

Y para ir cambiando la percepción y que los jóvenes no idealicen la vida de los criminales y no se rindan ante la narcocultura, hay que darles entretenimiento y, para ello, que mejor que traerles las veces que sea necesario al Grupo Firma al zócalo para que los animen con algunas canciones.

Que tal esa que el líder del grupo canta y que dice, “más o menos así” (como diría cualquier grupo de esos que amenizan bodas y fiestas de quinceañeras):

“Guzmán de apellido es Ovidio/ su padre de niño/ le apodó el Ratón/ un jefe con mucho cerebro/ es hijo del Chapo/aquel señorón … /soy El Ratón/ soy Ovidio soy Guzmán hijo del Chapo/ soy hermano de Alfredito y de Archivaldo/ y por cierto me disculpo/ por lo del Culiacanazo”.

Un sexenio Bad Bunny
Un sexenio Bad Bunny

La finura de la letra, y la exquisitez de este narcocorrido, no solo son un placer para los oídos, sino también dejan claro el mensaje de que el señor don Ovidio Guzmán, de simpático remoquete “El Ratón”, no solo es un joven agradecido y orgulloso de su señor padre, sino que es una ciudadano muy considerado con los habitantes de su ciudad a quienes les ofrece disculpas por las horas de terror que se vivieron cuando el Ejército Mexicano fue a detenerlo y finalmente acabó por dejarlo en libertad para evitar un baño de sangre en Culiacán. Al final, la historia tiene un final feliz, pues “El Ratón” no fue separado de su familia y continúan con su prospero negocio de producción, venta y exportación de estupefacientes, y el gobierno mexicano evitó un choque en el que civiles pudieron salir perjudicados. Fue un ganar-ganar, un ejemplo de cómo se construyen acuerdos y se pacifica al país.

Por años, los gobiernos conservadores construyeron un sistema educativo que incluso, el Presidente lo ha dicho, logró derechizar la Universidad Nacional Autónoma de México. Sin embargo, ahora, la 4T ha logrado darle la vuelta al problema y ha creado la Nueva Escuela Mexicana, que entierra la educación tendiente al neoliberalismo y al consumismo y la ha sustituido por un modelo en el que los esquemas curriculares de los programas de estudio están basados en el humanismo.

La Nueva Escuela Mexicana contempla siete ejes articuladores: inclusión, pensamiento crítico interculturalidad crítica, igualdad de género, fomento a la lectura y la escritura, educación estética y vida saludable.

Y para que los estudiantes logren adquirir estos conocimientos, es buena idea que lo hagan por medio de actividades que no solo los instruyan, sino que además los entretengan. Para ello, no podría haber mejor idea que traer al cantante puertorriqueño Bad Bunny gratis al zócalo. Sería algo así como una concierto-clase magistral masiva.

“Este año no quiero putilla/ te ven con mucha prenda y se quieren pegar/ te ven bien activao y se quieren pegar/ porque estás bien buena, porque estás bien buena/… tetas bien grande como Lourdes Chacón/ las nalga bien grande como Iris Chacón/ la chocha no sé porque no la he visto/ pero vamo' pa' la cama a clavarte en panty…./ mami ¿qué tú quiere'?/ aquí llegó tu tiburón/ yo quiero perrearte y fumarme un blunt/ ver lo que esconde ese pantalón/ yo quiero perrearte y perrearte y perrearte”, dice el maestro Bunny en su bella canción llamada “Safaera”.

Un sexenio Bad Bunny
Un sexenio Bad Bunny

Esto, sin duda, es fomento a la educación estética y ni que decir que esta obra musical invita a la lectura y la escritura, a que cada niño o joven quiera escribir letras de canciones para que un día un fenómeno del arte como como Bad Bunny se las grabe y las convierta en éxitos. Y desde luego también invita a la vida saludable, pues fumar un blunt (un gran cigarro de mariguana) no puede ser malo, pues a la hierba se le atribuyen propiedades medicinales, y el perreo, no solo es un baile, sino una manera de hacer ejercicio físico.

Faltan dos años, así que vaya usted haciendo su listita de cantantes o bandas que quiera ver en la plaza más importante de la República. Lástima que músico tabasqueño ideólogo de la 4T, Chico Che, ya no esté vivo, pues, sin duda reventaría el zócalo, con su tan gustado éxito: ¡Uy qué miedo, mira como estoy temblando!

ME CANSO GANSO . - Para que el INE, si hay Ticketmaster.- Y como a los concierto que se harán en los próximos años en el zócalo todos querrán asistir, lo ideal sería que una firma prestigiada y calificada se encargara de distribuir boletos para ingresar a la plaza. Por ejemplo, podría ser la muy reputada empresa inglesa Ticketmaster que ya tiene experiencia en conciertos de Bad Bunny. De hecho, si lo del zócalo le sale bien a esa empresa, bien podría ser la responsable de contar los votos en la elección de 2024, ahora que el Plan B desmantele el Instituto Nacional Electoral.

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