Incansables, las oscuras fuerzas vivas del neoliberalismo se regodean replicando en las benditas redes sociales las imágenes de video en las que el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador (el mejor que ha tenido México) dice, subiendo su mano por encima de su cabecita de algodón, que ya no hay huachicol arriba, y luego, con esa misma mano santa, señala a la altura de su cintura y dice que abajo tampoco hay huachicol.
Pero, pues sí, siempre sí había huachicol arriba. En estos días México se ha dado cuenta de que el robo de combustible, o huachicol, como se le conoce coloquialmente, no solamente desapareció, sino que incluso creció de manera descomunal y ha generado pérdidas multimillonarias a la hacienda pública, y, lo peor, este ilícito puso al descubierto una gran corrupción a altos mandos de la Marina, funcionarios de Aduanas y empresas privadas.
Además, los enemigos de la transformación y emisarios del pasado también repiten hasta la saciedad el video en el que AMLO, al referirse a actos de corrupción cometidos en el periodo neoliberal durante los gobiernos del PRI y el PAN, señala que el presidente de la República se entera de todo y que no puede haber corrupción de alta escala sin que sea tolerada desde la mismísima Presidencia de la República.
Desde luego, él jamás habría tolerado la corrupción en su mandato, el único error que AMLO cometió es ser una buena persona y pensar que todos son bondadosos y honrados, como él y su fina estampa, y que el mal no existe en el mundo.

“Yo diría que esa es la mancha que me llevo, aun cuando enfrentamos esa corrupción sin tolerancia de ningún tipo”, dijo con honestidad valiente AMLO al referirse al megafraude realizado en su gobierno en la empresa estatal Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), por un monto de 15 mil millones de pesos, fraude que superó por mucho el realizado en el sexenio de Enrique Peña Nieto, conocido como “La Estafa Maestra”, en el que se robaron unos 7 mil 700 millones de la hacienda pública.

Segalmex, fue creada por AMLO en 2019 y es la heredera de la Conasupo, y su misión es buscar la autosuficiencia alimentaria, distribuir productos básicos en comunidades rurales y contribuir a rescatar el campo. Y, para encabezar esa noble tarea, AMLO escogió para dirigir esta empresa pública a su amigo Ignacio Ovalle, un viejo político de la era salinista. ¿Y qué sucedió? Pues que, según dijo el propio López Obrador, un grupo de priistas de “malas mañas” acostumbrados a robar “engañaron” al buen Nacho, y cuando se dio cuenta, ya le habían birlado los 15 mil millones y habían manchado la presidencia de su buen amigo Andrés.

Lo mismo sucedió con otro amigo de AMLO, que le digo amigo, su hermano, Adán Augusto López. Más bueno que el pan y más honesto que la madre Teresa, Adán, durante su paso por la gubernatura de Tabasco, convocó a un viejo conocido para que se hiciera cargo de la seguridad, Hernán Bermúdez. Luego, Adán Augusto fue llamado por su hermano Andrés para que lo ayudara en su gabinete como secretario de Gobernación. El sexenio terminó, y Adán, luego de ser una corcholata presidenciable, es ahora un senador; de hecho, es el coordinador de la bancada de Morena, y todo estaba perfecto hasta que el nuevo gobernador de Tabasco, el morenista Javier May reveló que Hernán Bermúdez, el hombre de Adán, era, al mismo tiempo, el encargado de la seguridad de Tabasco y líder del grupo criminal “La Barredora”, que asuela el estado. ¿Y qué sucedió? Pues que AMLO confió ciegamente en su hermano Adán Augusto, y el buen hombre de Adán Augusto confió en el pillo de Hernán, y cuando se dio cuenta ya habían manchado la presidencia del buen amigo Andrés.

Y el caso más reciente. Consciente de que la corrupción rampante que dejaron los gobiernos neoliberales amenazaba su proyecto de la Cuarta Transformación y se podría colar por cualquier rendija, AMLO decidió confiar a las instituciones de mayor prestigio en el país, las Fuerzas Armadas, las tareas más delicadas y que demandaban mayor probidad. Les dio presupuesto a manos llenas, les encargó las obras de infraestructura emblemáticas de su gobierno, y les designó las misiones más peliagudas. Todo el dinero, la confianza y el cariño eran para las secretarías de la Defensa y de la Marina. Presumía que a sus titulares los había seleccionado de entre los mejores, que eran a prueba de corrupción. Le confió las aduanas del país al secretario de Marina, el almirante Rafael Ojeda, quien, a su vez, confió en sus sobrinos políticos, el vicealmirante Manuel Roberto y Fernando Farías. Todo parecía en orden hasta que esta semana Manuel Roberto Farías, quien no solo era su pariente político, sino que fue su secretario particular y jefe del Estado Mayor de la Marina, fue detenido y está acusado por la Fiscalía General de la República de encabezar, junto con su hermano y mandos navales, una red de tráfico de combustible introducido a México sin pagar impuestos, práctica conocida como “huachicol fiscal”, y que podría ser el fraude más grande en el gobierno de AMLO, miles de millones de pesos, y todavía podría ponerse peor si se comprueba que también permitieron el paso de drogas y armas por las Aduanas. ¿Y qué sucedió? Pues que AMLO confió en el almirante Rafael Ojeda, y el almirante en sus sobrinos, y cuando se dieron cuenta, el blanco uniforme de la Marina y la inmaculada imagen del expresidente ya tenían grandes manchas negras de combustibles, y el discurso de AMLO que aseguraba que había acabado con la corrupción y que en su gobierno ya no había ni huachicol arriba, ni huachicol abajo, quedó hecho añicos.

Ahora, si de algo se le quiere acusar a Andrés Manuel López Obrador, es de tener un corazón grande y un alma limpia, y de haber confiado en quien no debió hacerlo, pero jamás de haber estado al tanto de la corrupción y de haber volteado hacia el otro lado, de eso jamás. ¡Qué les queda muy claro, señoras y señores lectores!
ME CANSO GANSO. - El peje por su boca muere
“Nada de que el presidente no sabe, no se enteró, de que el presidente no tiene buenos colaboradores, de que lo engañan. Mentira, el presidente de México se entera de todo. No hay negocio jugoso que se haga sin el visto bueno del presidente. Para que quede claro, si hacen una transa grande, grande, grande, es porque el presidente lo permitió”: Andrés Manuel López Obrador, 28 de septiembre de 2019, Guachochi, Chihuahua. Este Arlequín se retira... por su barril de huachicol.






