Históricamente, han sido los grupos élite liderados por los hombres quienes han dominado en la política.

Desde el privilegio al que acceden por el simple hecho de ser del género masculino, se han encargado de construir un círculo de poder en el que existe poco o nulo espacio para la incursión femenina.

Datos de ONU Mujeres de 2021 precisan que a nivel global existen únicamente 22 mujeres ocupando funciones de primer nivel. Es decir, sólo 6% de los países tienen a una mujer como jefa de Estado.

Aunque existe un estancamiento en la representación femenina en la política, vale la pena dirigir la mirada hacia los logros de las mujeres latinas que, además, están rompiendo fronteras.

Hoy quiero escribir específicamente del caso de Estados Unidos.

El pasado 22 de marzo, Patricia Guerrero se convirtió en la primera latina en servir como jueza en la Corte Suprema de California: un hecho histórico para ese estado.

Patricia es hija de inmigrantes mexicanos del estado de Sonora. Su historia, al igual que la de miles de mujeres latinas, está precedida por el esfuerzo de sus padres y abuelos, quienes emigraron hacia Estados Unidos sin muchas certezas, pero con toda la esperanza de poder ofrecer mejores condiciones de vida a su familia.

A sus 50 años y graduada de la Universidad de California Berkeley y de la Facultad de Derecho en Stanford, Patricia Guerrero no se olvida de sus raíces y del esfuerzo que la ha llevado a ser una figura de representación histórica, que no sólo dará voz a la comunidad hispana, sino que será un estandarte para que más mujeres aspiren a cargos políticos y diplomáticos.

Pero Patricia no es la única latina en romper fronteras. Mónica Márquez, en Colorado; Bárbara Lagoa, en Florida; Carmen R. Velázquez, en Nueva York; Lina Hidalgo, en Texas, o Sonia Sotomayor, como jueza asociada de la Suprema Corte de Estados Unidos, son otras de las mujeres que desde sus escaños han abierto las puertas para que otras más ocupen cargos de liderazgo.

Todavía queda mucho por hacer para lograr la equidad de género en la representación política, pero estas latinas en Estados Unidos son un ejemplo de empoderamiento femenino.

Mención aparte merece Madeleine Albright, la primera mujer que dirigió la diplomacia de Estados Unidos y una de las figuras femeninas más poderosas del siglo XX. Falleció a los 84 años el pasado 23 de marzo, dejando un legado imprescindible para todas las mujeres que aspiran a un cargo en la diplomacia de cualquier país.

Coherente en sus acciones y contundente con sus palabras, como lo hizo desde su llegada a Estados Unidos y en cada uno de los puestos que ocupó, Madeleine Albright solía decir que “hay un lugar especial en el infierno para las mujeres que no se ayudan entre sí” y, bajo ese legado, es como, unidas, debemos construir más puentes para que la representación femenina sea una realidad a escala global.

Empresaria, inversionista de impacto y defensora de los derechos de la mujer.

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