En años recientes la idea de América del Norte ha ido perdiendo su lustre como un eje rector de las relaciones entre México, Canadá y Estados Unidos. Primero con Donald Trump y ahora con Andrés Manuel López Obrador, hay una desconfianza abierta, más no un rechazo total, a la idea de la integración creciente entre los tres países. El nacionalismo actual está reemplazando a esta visión de bloque común, que si bien nunca se cuajó como paradigma dominante, sí influyó mucho en los planes nacionales de los tres socios y su interacción recíproco.

En realidad, lo bilateral siempre era más importante que lo trilateral. Dominaban las negociaciones entre México y EU y entre Canadá y EU y a veces entre México y Canadá por encima de las negociaciones trilaterales, pero a pesar de eso, había una rutina de reuniones de mandatarios y ministros de los tres países (y a veces grupos de la sociedad civil y empresarial), que servía para mantener abierta la idea de una integración. Además de eso, también estos foros sirvieron para que los países fijaran posiciones más ambiciosas y transparentes de lo que pasa a veces en privado en las negociaciones bilaterales.

Desde luego, los foros trinacionales son menos importantes en temas concretos que las reuniones binacionales, pero igual o más importantes en fijar metas y tomar posiciones más amplias y visionarias. Cada uno tiene su lugar y aporta al proceso de diálogo en temas de viales para los tres países.

Y también hay que reconocer que hay una influencia civilizadora de Canadá en los foros trilaterales de América del Norte. La política en México y EU es mucho más ruda y cortoplacista que en Canadá, y la relación entre nuestros dos países refleja esta realidad transaccional, mientras los canadienses parecen lograr mantener un enfoque de más largo plazo en los temas comunes.

En estos momentos hay una serie de temas que serían útiles de meter en una agenda trinacional porque son de gran envergadura para cada uno de los socios en la región, y si bien gran parte de la acción tendría que darse en negociaciones más bilaterales, sería útil generar una visión compartida más allá de estas negociaciones pragmáticas.

El primer tema es el combate a Covid-19 para dar fin a la pandemia lo antes posible, algo que requiere cooperación entre los tres países. El segundo es la recuperación económica, de la mano con el primero, y es un tema en que los países necesitan coordinar esfuerzos, dada la integración de la cadena de producción compartida. El tercero es la movilidad y la migración, tanto las fronteras compartidas, como la crisis humanitaria que viven los países de Centroamérica, y que requieren de esfuerzos coordinados de los socios de América del Norte.

Estos temas ya están en la mesa en las negociaciones entre los gobiernos de México y EU (así como entre Canadá y EU y, en mucho menor grado, entre México y Canadá), pero hay buenas razones para también fijar posturas comunes en un foro trilateral de mandatarios y de sumar esfuerzos para dinamizar las posibilidades. Y en un momento tan crítico como el que vivimos ahora, la influencia civilizadora de los canadienses puede ser justamente el ingrediente que nos está haciendo falta.

Presidente del Instituto de Políticas Migratorias.
Twitter: @seleeandrew