Esta semana celebraremos 211 años de la independencia de México. Es momento de festejo, pero también de reflexión sobre el estado actual de los elementos que lo conforman como tal.

En la actualidad, hablar de un estado con sus elementos básicos, como territorio, población, gobierno y leyes, no basta. Debemos hacer una radiografía del avance y estado de factores fundamentales para el correcto desarrollo del país y del mejoramiento de las condiciones de vida de los mexicanos. En esta ocasión, me concentraré en dos indicadores que nos impactan significativamente y que se encuentran en alerta: la seguridad y la democracia.

Al surgimiento de un nuevo país lo acompaña la preocupación de salvaguardar su independencia, dicha tarea implica el cuidado de sus fronteras frente a un enemigo externo, para lo cual tiene el uso legítimo de la fuerza a través de sus Fuerzas Armadas.

Además, se vuelve indispensable el cuidado del orden interno, el respeto de los derechos de los ciudadanos, de tal manera que la sociedad pueda vivir en paz y la gobernabilidad sea posible. Este último punto, es lo que justifica la existencia del estado mismo, y el motor de traslado de la soberanía. La pregunta hasta aquí es ¿sentimos que nuestra seguridad y derechos están garantizados por el estado? ¿Hemos avanzado en estos siglos en el aseguramiento de la propiedad, la libertad, la vida, etc.? Cuantitativamente la respuesta es no. Se contabiliza en lo que va de este sexenio 93, 942 asesinatos y según la organización Causa en Común tan solo en agosto de este año se registraron 460 hechos de extrema violencia o “atrocidades”.

La estrategia de seguridad basada en el uso de la Guardia Nacional y las FFAA (que en la praxis es los mismo) a todas luces va en sentido contrario de lo que dicta la evidencia y la tendencia internacional. El carácter militar de las policías, la falta de supervisión externa y de transparencia, junto con protocolos confusos del uso de la fuerza son los temas que hoy se debaten en los organismos internacionales y exigen una reforma policial de fondo. Incluso, en países como Chile, a pesar de que Carabineros de Chile ha sido históricamente una de las policías que goza de mayor confiabilidad en la región, hoy se exige un cambio profundo que apunte hacia el carácter civil, controles externos y trasparecía; México va en sentido opuesto.

Respecto al desarrollo democrático en nuestro país, muchos han sido los avances a partir de 1988, sin embargo, nos hemos detenido y los nuevos retos no sólo no se han superado, sino que han incrementado. De acuerdo al Índice de Desarrollo Democrático en México 2020, los indicadores de democracia ciudadana, institucional y de evaluación de la gestión democrática han ido a la baja.

La baja participación ciudadana a simple vista es un indicador de apatía, pero a su vez nos muestra el hartazgo de “lo político” y la falta de confianza institucional que hoy tiene la ciudadanía. El descredito y persecución de los organismos autónomos de parte del poder político son hoy un peligro para el avance democrático y el fortalecimiento de las instituciones que lo sustentan.

Muchas han sido las vidas perdidas y las luchas libradas para la consolidación de México y de su democracia. Hoy, más que nunca no debemos abandonarnos como mexicanos, debemos reconocernos como sociedad, como los agentes de grandes cambios y logros como nos lo ha demostrado la historia.

Sí, que ¡Viva México! pero que ¡Viva México Seguro y Democrático!

@avzanatta

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