De las primeras reacciones el lunes en la noche tras el colapso de la trabe que sostenía estructuras de la Línea 12 del Metro, lo primero que muchos pidieron es que no se politizara el tema. Petición que obviamente cayó en oídos sordos. ¿Cómo no se va a politizar lo ocurrido?

Fue en la CDMX, gobernada por Claudia Sheinbaum, una de las políticas punteras entre las que quieren ser candidatos a la presidencia en el 2024. La obra de la Línea 12 la anunció e inauguró el actual secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, que también busca la misma candidatura.

Lo ocurrido fue en un bastión sólido del partido del actual presidente, exjefe de Gobierno de la misma CDMX, que no se ha cansado de lanzar acusaciones al pasado por los problemas del presente.

En 2005 la palabra del año de varios diccionarios fue Katrinagate, en referencia al pésimo manejo de George W. Bush ante el devastador paso del huracán Katrina sobre Nuevo Orleans. En una de sus últimas conferencias como presidente, Bush dijo que su mayor remordimiento en los ocho años que estuvo en La Casa Blanca fue el manejo de la respuesta a Katrina. A la fecha, en la política estadounidense se utiliza esta palabra, Katrina, para referirse a una crisis de enorme magnitud en cualquier gobierno.

Pues AMLO está ante su Katrina. El colapso de la trabe de la Línea 12 golpea a sus dos cartas fuertes para sucederlo. En casi cualquier democracia una situación como esta genera al menos una renuncia al día siguiente. En México, el actual gobierno, ante la imposibilidad de culpar al pasado por este hecho tan lamentable –cómo hacerlo si llevan gobernando la CDMX desde 1997– decide irse a la mañana siguiente, por la hipótesis del sabotaje y señalando a los medios de comunicación de ser lamentables por manipular la información.

Lamentable fue que el presidente no pudo escribir una sola palabra de solidaridad y pésame para las familias afectadas por lo ocurrido la misma noche del lunes. Antes escribió por Twitter un mensaje de solidaridad con la gente de la CDMX el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, que el presidente López Obrador.

Lamentable es la crónica de un accidente anunciado desde hace tiempo. La Línea 12 se construyó a un sobreprecio. El 8 de agosto del 2007, cuando anunció que esta nueva ruta se construiría, Ebrard dijo que costaría 9 mil millones de pesos. Diez años después, el costo ya era de 22 mil millones de pesos. Desde que se inauguró el 30 de octubre del 2012, se hizo en medio de cuestionamientos sobre su seguridad.

Y es que originalmente la Línea 12, que mueve alrededor de 450 mil personas al día de los 5 millones de usuarios del metro, iba a ser un túnel. Eso implicaba demasiado tiempo. Para acelerar que la Línea estuviera lista antes de que terminara su gobierno Ebrard, deciden hacerla elevada. Y para no expropiar terrenos justo en la zona de Tláhuac, usan el Derecho de Vía. Esto llevó a hacer curvas más cerradas de lo recomendado. Por todo lo anterior, ante notario público hubo reporte de desgastes que obligaron al cierre de 11 de las 20 estaciones un mes antes de la inauguración.

Desde inaugurada, la Línea 12 chupa presupuesto de manera importante. Alrededor de 120 millones de pesos al año, casi lo mismo que el presupuesto de mantenimiento de todas las demás líneas del Metro juntas.

Lo que en otros países genera cuando menos una renuncia, ya no digamos una investigación exhaustiva, aquí simplemente espera ser opacado por un nuevo escándalo que no tardará en llegar. Mientras tanto, las banderas a media asta. Flaco consuelo. Bastante barato para los que han tomado decisiones erráticas y para quienes han evadido su responsabilidad en medio de las pugnas políticas. Las víctimas reales, además de los familiares de los fallecidos, son los usuarios diarios de la ‘Línea Dorada’ cuyo calvario para moverse se acaba de complicar mucho más.

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@AnaPOrdorica

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