La democracia estadounidense atraviesa por una crisis sin precedentes desde que Donald Trump decidió gritar “trampa” y aseguró que él ganó la elección de noviembre de 2020 y que Biden es un presidente que está usurpando las funciones que a él le corresponden.

El momento más grave se identifica en la toma del Capitolio el 6 de enero del 2021 y por ello han comenzado una serie de seis audiencias para intentar fincar responsabilidades y que esa amenaza a la transferencia pacífica del poder no se vuelva a dar.

Resulta increíble que el ejemplo de democracia para el mundo esté ante la amenaza de que en 2024 quizás no se dé una transferencia pacífica del poder. Esta es una película que conocemos bien en América Latina, pero que, como ha dicho Moisés Naím, la hemos visto siempre en español. Ahora por primera vez la estamos viendo en inglés.

A principios de mes fui invitada por la Universidad de California en San Diego a entrevistar a Barbara Walter, quien acaba de publicar el libro How Civil Wars Start en el que la académica experta en guerras civiles en el mundo ve que en Estados Unidos existen muchos de los componentes para encender las alarmas de que una guerra civil muy bien puede ocurrir en su país.

El declive de la efectividad del Estado y sus normas democráticas; el ascenso de facciones políticas alineadas no por una misma ideología sino por identidad étnica y la preservación de privilegios para los blancos; la división radical entre población urbana y rural; la existencia de lideres políticos y en los medios de comunicación (Tucker Carlson) que se benefician de avivar el fuego de la polarización son algunas de las condiciones que identifica Walter para encender los focos rojos de la violencia que ya está y que puede fácilmente recrudecerse en Estados Unidos. El momento que más ha llamado la atención, evidentemente es el 6 de enero del 2021.

Todo esto es el trasfondo para las audiencias que están ocurriendo en este momento en el legislativo norteamericano en donde se busca responder a la gran pregunta: ¿Es Donald Trump culpable de instigar la violencia que llevó a la toma del Capitolio?

Por las audiencias que ya hemos escuchado es claro que Trump sabía que había perdido la elección de noviembre. Salvo Rudy Giuliani, todos a su alrededor, desde el procurador Bill Barr hasta su hija Ivanka, le dijeron que había perdido la reelección. Pero aun así Trump insistió en que se la habían robado. Esa es la gran mentira que genera la gran pregunta respecto de las audiencias: ¿se logrará que, a través de éstas, la verdad sea aceptada por suficientes estadounidenses como para que en 2024 se pueda dar una transferencia pacífica del poder sin importar quién gana?

El columnista de The New York Times, David Brooks, identifica que el grave problema para Estados Unidos hoy es que hay millones de estadounidenses que están absolutamente convencidos que 1) la elección del 2020 se la robaron a Donald Trump 2) el uso de la violencia se justifica para rectificar lo anterior y 3) que las reglas y normas que cohesionan a la sociedad norteamericana no importan.

Si las audiencias no logran modificar estas tres convicciones de miles de estadounidenses, “Houston, we have a problem”.

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