Hace tiempo que no lo veía. Es un señor que ha conocido al hoy presidente de México desde años atrás. Muy cercano desde que era López Obrador estudiante en la UNAM en los 70s. Culto e inteligente. Me dio gustó verlo porque pensé que platicar con él me daría la oportunidad de tener una conversación tranquila e informada sobre lo que ocurre en México, que tanto preocupa, y quizás él me podría mostrar aspectos de las acciones del gobierno que van en sentido correcto y que yo no he ubicado.

¿Cómo ves a México y a nuestro presidente? Comencé por preguntarle. Yo estoy encantado, me respondió mi interlocutor. El país necesitaba a alguien como López Obrador para salir adelante.

¿Qué de lo que ha hecho te gusta tanto? le dije, para no quedarnos en lo ya tantas veces repetido de que era necesario que llegara al poder una persona de izquierda, cuando, siendo cierto, AMLO ha resultado ser un político más bien conservador en lo social.

La respuesta me sorprendió: lo más importante que ha hecho nuestro presidente es separar el poder económico del poder político. ¿Cómo que separarlos? ¿Qué es entonces la relación entre AMLO y José María Rioboó si no la continuación de la cercanía y complicidad entre ambos poderes? Le volví a preguntar.

De ahí, mi interlocutor, al que llamaré Juan, decidió remontarse al escándalo político-sexual inglés, el caso Profumo. ¿Qué tiene que ver lo que vemos ahora en México con lo ocurrido en Inglaterra en los años 60s entre el político conservador, John Profumo, y la bailarina Christine Keeler? Le contesté.

A lo que Juan dio una serie de argumentos bastante confusos. El caso Profumo, que terminó con la carrera política de quien entonces era Ministro de Guerra en Gran Bretaña, al descubrirse su relación sexual con la bailarina de 19 años que a su vez tenía también una relación con el espía soviético Yevgeny Ivanov en tiempos de la Guerra Fría, fue la primera ocasión en que un político británico sufrió un castigo por sus diversiones sexuales. El caso Profumo le costó el puesto hasta al entonces Primer Ministro, Harold Mcmillan. Mi interpretación es que Juan se remontó a este episodio político para decir que hoy en México no hay intocables.

No quise meterme a preguntar sobre Bartlett, Pío y Martinazo, porque sentí que ahí ya no encontraría lo que buscaba con mi conversación. Mejor cambié de rumbo.

—¿Y la rifa del avión presidencial? ¿No te parece un insulto a la inteligencia de los mexicanos? A lo que Juan respondió que el lujo del avión presidencial para un país como México es lo realmente insultante.

—Sí. De acuerdo que era un lujo innecesario—. Pero volví a mi pregunta: ¿Por qué inventar una rifa?

—Porque es insultante. El presidente López Obrador no puede moverse en ese lujo.

—De acuerdo, pero no estoy hablando del lujo del avión. Mi pregunta es ¿por qué hacer el show de la rifa?

No logramos pasar de este punto. Así continuó la conversación hasta que, por respeto a su edad y a su familia, que me habían advertido que ellos ya habían dejado de hablar de política con Juan, decidí pasar a mi último comentario: ¡Qué bonito está el clima hoy!

Concluyó la conversación con una mayor preocupación de mi parte por el rumbo de México bajo el actual gobierno. Ni alguien inteligente y leído como Juan pudo darme un ejemplo de acciones de AMLO que estén pensadas para que el país crezca, para que los mexicanos estemos mejor y para que México se inserte exitosamente en el futuro.

@AnaPOrdorica
www.anapaulaordorica.com

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