De pasadita, como en campaña, la ombudsperson enumeró los qués, pero no los cómos, señaló la paja en el ojo ajeno, pero nunca aludió a la viga en el propio; pensando tal vez que la realidad puede taparse con el dedo de la austeridad y la esperanza.

Se dijo independiente, pero su silencio parece subordinación, al no hacer pronunciamiento alguno sobre el trabajo que el gobierno federal ha impuesto a la Guardia Nacional contra los migrantes en nuestras fronteras y frente a la censura pública que sufrió el diputado Porfirio Muñoz Ledo a manos de sus propios compañeros de bancada.

En su primer informe ante el Congreso, la titular de la CNDH afirmó estar a favor de “los humillados y ofendidos de siempre” y sostuvo que “los poderes fácticos (así, en abstracto) quieren seguir ejerciendo el poder y propiciando que se sigan violentando los derechos humanos, que no exista la justicia y que este país no prospere”, pero en las medidas cautelares que ha girado la institución durante su periodo, solo pueden verse a instancias gubernamentales y habría que ver si solo corresponden a denuncias del pasado neoliberal mexicano...

Y es que en la autodenominada “cuarta transformación”, los datos del presente se suman a los del pasado y se ajustan a conveniencia. Mientras la organización Reporteros Sin Fronteras calificó en 2019 a México como el país sin guerra más peligroso para ejercer el periodismo, la responsable de defender derechos fundamentales como la libertad de expresión y la vida, dijo que en los dos meses de su gestión, solo hay registrado un periodista que perdió la vida, aunque luego acotó que entre los años 2000 y “2020”, hay 154 periodistas muertos más 21 desaparecidos de 2005 a la fecha.

Al referirse a los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, Rosario Piedra volvió a la generalización y a denostar el pasado: desde su creación –dijo– la CNDH “ha sido débil, cuando no omisa en la defensa de esos derechos”, pero fue incapaz de precisar ya no el actuar, al menos una postura frente a retrocesos como la desaparición de estancias infantiles o las escuelas de tiempo completo; el desabasto de medicamentos en hospitales públicos para la niñez con cáncer o la desaparición de la atención médica de especialidades que significa la creación del Insabi.

De llamar la atención los planes anunciados, a los que daremos puntual seguimiento desde el Congreso porque, de cumplirlos conforme lo mandata la Constitución y los tratados internacionales de los que México forma parte, tendríamos en la CNDH una gran aliada, primero, para revisar y corregir el Presupuesto de Egresos de la Federación desde una perspectiva de derechos humanos, para armonizar leyes y reglamentaciones, así como para dar seguimiento al sistema de información georreferenciado que pretende crear y que proporcionaría “análisis e inteligencia en tiempo real para el estudio de riesgos en violaciones de derechos humanos (…) una herramienta de análisis, gestión, prevención, planificación y toma de decisiones”.

La titular de la CNDH tiene dos meses en el cargo, pero el gobierno federal al que ella promovió como candidata en campaña, lleva más de un año en la responsabilidad. Es momento de sumar y de entender que urgen alianzas y soluciones, que se han cometido errores y francos retrocesos en derechos humanos que con humildad y conocimiento, deben corregirse.

No se puede pedir confianza apostando a la polarización de ustedes los malos y nosotros los buenos. Es ingenuo apostar a la esperanza del pueblo y creer que agradece una austeridad que no se traduce en la solución a derechos tan básicos como la salud y la educación.

Diputada federal mexiquense.

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