La única vez que vi a Gerardo Martino fue en el aeropuerto de Guadalajara, cuando estaba estrenando su cargo como entrenador de la . Él estaba sentado en un café y yo lo observaba a la distancia. Me pareció un tipo de lo más normal, sin lujos ni aspavientos; es más, hizo la fila, como uno más, para abordar el avión. Dicen que la primera impresión jamás se olvida y, en este caso, fue positiva.

Recuerdo también que me vino a la mente lo siguiente: “¿Sabrá a lo que le está entrando?”. No pretendo saber cómo es Martino , pero me quedó la impresión de que esa calma que exuda le servirá para mantener la cordura en un puesto en el que se necesita la paciencia del santo Job. Y es que aquí, cuando se trata de la Selección, somos un poquito extraños e indecisos.

A La Volpe

lo destrozaban por ser extranjero, aunque se formó como entrenador aquí. Después vino Hugo Sánchez, el máximo referente de nuestro futbol, pero que sin sonrojarse decía (casi ceseando) “como decimos en España” y a nadie le brincaba.

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Luego llegó Javier Aguirre y todos felices. Hasta que, en pleno Mundial, se bajó la gorra en conferencia de prensa y pasamos al “si no quería venir, se hubiera quedado en España”. El Chepo de la Torre impuso una disciplina casi militar y todos le aplaudían, hasta que un día perdió y todo se volvió malo.

Arribó Miguel Herrera. Sus maneras eufóricas y su apertura ante los medios eran una maravilla. Hasta que pasó lo que pasó en el aeropuerto y todo se volteó. Ahora queríamos a un señor serio, que reinstaurara la disciplina, con bajo perfil y que hablara de futbol, no de los árbitros.

Llegó Osorio y nos llevó caminando al Mundial de Rusia, pero algo tenía y las malditas rotaciones y su vocabulario rebuscado fueron perfectos para atacar al entrenador que ganó en Honduras y Estados Unidos. Resultó que el estilo de juego no correspondía a nuestro paladar, cuando nunca tuvimos una forma de juego. En el Mundial, le ganamos a Alemania, llegamos a donde siempre y, como siempre, el DT salió huyendo en cuanto terminó la competencia.

Ese es el principal rival de Martino, a quien hoy aman por vencer a Países Bajos, pero al que esta misma tarde pueden odiar si no le gana a Argelia . Ese tan mexicano “ningún chile les embona”, podría ser la criptonita de un currículum tan envidiable como el de Gerardo Martino.

Adendum

. Knut cree que es broma que los estadios podrían recibir gente pronto. Se ve que todavía no entiende bien dónde está viviendo.

 
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