Hoy por hoy, es muy difícil sorprender a quien elige. Por ejemplo, al decidir comer en cierto restaurante, ya se llega con una idea clara hasta de lo que se va a pedir. Cuando se escoge ver una película de terror, es un hecho que se llega al cine con la cabeza preparada para lo que viene y —a los cinco minutos— se tiene más o menos definido quién será el primero en morir.

Obviamente, a pesar de contar con esa información en la cabeza, es posible sorprenderse. Un postre nuevo, un guión original o una actuación conmovedora, le puedan dar un plus a cada experiencia. Y quizá esa pizca de posible sorpresa haga tan atractivo al deporte.

Uno se sienta a ver un festival de goles cuando pone en la televisión al Real Madrid contra un equipo de Segunda División , pero —de pronto— aparece un Alcorcón . Un día perdió Phelps , otro día resurgió Federer , por ahí apareció un Leicester .

Pero, en general, el deporte es tan lógico como las películas de acción: al final, suele ganar el mejor. Pero también hay cosas inexplicables, paternidades que provocan morbo y que no entienden de momentos. Hay rivalidades que están rodeadas de fatalidad para uno de los participantes, sin importar cómo lleguen al encuentro.

Eso ha sido el América-Cruz Azul para los cementeros en el tercer milenio. Contra las Águilas , han perdido ventajas de tres goles, ante ellos perdieron una final imposible de perder, frente a su némesis han vivido rachas negativas del terror.

Muchas veces, los celestes llegaron en mejores condiciones al partido y aún así no pudieron salir victoriosos. El pasado domingo, ese maldito destino rondó la cancha del Azteca. La Máquina fue un vendaval y, para el minuto 25, merecía ir ganando cómodamente, pero no caía el gol.

Y cada embate detenido por Ochoa parecía ser el negro presagio de que otra vez el cosmos podría jugarle una mala pasada. El 0-1 era demasiado endeble para un equipo con el mal fario del Cruz Azul , cuando frente a ellos se aparece el América .

¿Quién dudó que el penalti al minuto 93 le fuera a significar un injusto empate a los de Coapa? Para los americanistas, era un hecho que otra vez le sacarían algo del bolsillo a los de La Noria. Para los aficionados azules, era una muestra clara de que —contra ese equipo— no hay caso.

Otra vez la misma historia, el mismo final de terror se avecinaba. Pero Jesús Corona se estiró y esta vez sí ganó quien más lo merecía, quien más lo buscó. En esta particular película, sí hubo un giro, el asesino loco esta vez no mató a un solo adolescente.

Cruz Azul

es líder y venció a su bestia negra. Cruz Azul parece ir en serio. Ya veremos cómo termina la parte 45 de su película “Esta es la buena”. Pero, por lo pronto, se paró ante el monstruo, no mostró miedo y se lo comió como si fuera un postre.

Adendum. Knut

me pidió que les pasara este mensaje: gran decisión la de suspender el futbol. La salud de todos es primero. Seamos responsables y tomemos precauciones.

futbol@eluniversal.com.mx

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