Como el resultado que obtenga México en la Copa Oro no importa, basta de hablar de cómo juega el equipo.

¿Por qué digo que no tiene relevancia si se gana o no este paupérrimo torneo? Muy fácil, porque —pase lo que pase— se va a reiniciar el proceso rumbo al . Va a llegar un nuevo DT (el tercero en el año) y los futbolistas seguirán siendo seleccionados (no es su culpa, no hay más).

Ahora, como de algo tenemos que hablar, imaginemos que en las oficinas de la Federación el señor Juan Carlos Rodríguez y compañía trabajan con esmero conmovedor y sin escatimar esfuerzo para definir hacia dónde apuntar el barco y quién será el capitán que llevará al cuadro verde a tener un Mundial decente en 2026 (pensé en poner “gran Mundial”, pero tampoco se trata de ser cínico, porque con este equipo...).

Quiero pensar que lo primero que tendrán que definir nuestros gallardos federativos son dos cosas: ¿A qué queremos jugar? Y ¿Con esta materia prima podemos jugar así? Ambos aspectos son trascendentales para definir quién tomará las riendas del equipo. Por ejemplo, tal vez el DT seleccionado gusta de jugar presionando muy arriba y dejando mano a mano a los defensores. ¿Podemos? Creo que no, porque nuestros defensas no son tan duchos en el arte de detener al rival.

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Entender qué tenemos para definir el qué queremos es, tal vez, lo más importante. Con un centro delantero como Jared Borgetti, puedes jugar a tirar centros; hoy, quizá, no sea la mejor idea por el estilo de los atacantes con que cuentas. Los ingredientes son lo principal para determinar qué se va a hacer.

Seguramente, supongo —repleto de optimismo— que ese punto ya fue recontra analizado para comenzar la búsqueda del entrenador. Y es que, definido el estilo, ya se le puede poner nombre al muñeco.

El siguiente aspecto a tratar es la disciplina: ¿Los caprichos de los futbolistas seguirán pesando más que todo?, ¿El entrenador tiene absoluta libertad para imponer su forma de trabajar?

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Suena a chiste que siquiera se tenga que poner sobre la mesa ese concepto, pero del director técnico anterior no gustó que se entrenara mucho y que el hotel estuviera alejado de las zonas turísticas. Entonces, toma mucha relevancia un punto que, en una escuadra seria, se da por sentado.

Bueno, no queda más que esperar que todo esto que imaginemos no sea una simple fantasía y que el nuevo entrenador nacional sea nombrado con celeridad, porque nuestro Mundial está a la vuelta de la esquina y a la Selección Azteca le urge mucho trabajo para no hacer un papelón en casa.

Adendum. “¿Qué hizo Sebastián Jurado?”, me preguntó Knut. Otra vez, no supe qué responder.

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