El Mundial, para México, se puede terminar mañana. Lo más lógico es que eso suceda. Los que somos menores de 50 años de edad, jamás hemos vivido algo así; de ese tamaño sería el fracaso. Pero, en un mundo ideal, quedar fuera podría ser algo bueno. Cuando se está en el piso, solamente queda levantarse, aprender, corregir y evitar volver a cometer los mismos errores.

Quedar fuera en la fase de grupos no sería una tragedia. En los últimos cuatro Mundiales, el campeón no superó esa etapa. Si les ha pasado a monarcas mundiales, ¿por qué a nosotros (que somos una Selección mediana) no habría de sucedernos? Los blasones del futbol mexicano no dan como para que todos nos desgarremos las vestiduras por quedar fuera tan pronto. Quizá sea momento de preguntarnos cómo es posible que desde 1994 siempre avanzamos.

En ese mismo periodo, Italia jugó dos finales (ganó una), fue eliminada dos veces en la primera ronda (2010 y 2014) y ni siquiera clasificó a Rusia y Qatar. En ese espacio de tiempo, los italianos jugaron tres finales de la Eurocopa (ganaron una). ¿Qué es más raro, que una de las potencias de este deporte no asista a dos Mundiales o que México siempre haya avanzado a octavos?

La realidad, aunque duela, es que México siempre asiste a las Copas del Mundo porque la eliminatoria de Concacaf es de risa, y miren que estos muchachos se han esforzado por hacer historia de la mala (chequen los caminos a Sudáfrica y Brasil). Y que nuestra Selección siempre avance a octavos de final también es de llamar la atención, por lo mal que se hacen las cosas en el balompié nuestro de cada día.

Y el gran problema es que, a pesar de haber coqueteado con el precipicio en varias ocasiones, las cosas se siguen haciendo igual. El negocio continúa por encima de lo deportivo y, ante cualquier tropiezo, el entrenador de turno se convierte en el fusible que se cambia para paliar el temporal. El problema de fondo jamás se analiza y, mucho menos, se ataca.

A tal grado llega la negación de la realidad, que se dice que Martino “conspiró” para que Argentina venciera a México y así Lionel Messi pudiera continuar en la búsqueda del título mundial. Siempre será más fácil envolverse en la bandera y caer en un chauvinismo estúpido, que vernos en el espejo y encarar el problema. Por la Selección han pasado todo tipo de entrenadores; todos se fueron. Lo único que permanece son los jugadores y la estructura dirigencial que los rodea.

Pero bueno, correr al DT de turno siempre será más cómodo y así nos evitamos la flojera de pensar y buscar solucionar el problema real.

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